miércoles, 30 de diciembre de 2009

Compuesta y sin novio

Aunque muchos sabéis que el título de esta entrada es real, en esta ocasión me sirve también como metáfora... Porque veréis, tengo el traje de nochevieja pero no tengo los planes.

Me veo peinada, maquillada, con un vestido (nuevo y especial para la ocasión) maravilloso, con mis medias negras tupidas y mis zapatillas de estar por casa (unas muy bonicas que simulan la cara de un perro), sentada en el sofá y abrazada a mi perrica mientras comemos turrón y vemos juntas a Ramón García en la uno... Y, si eso pasara, probablemente estaría más cerca de Bridget Jones que nunca.

Aída está en Lisboa; Montaña (que es el nombre de una amiga, no un mote o cualquiera de las cosas que estuviéseis pensando antes de esta aclaración) está en Cáceres; Laura no sé muy bien dónde está ahora mismo porque me ignora pero juro que es amiga mía y que no está en Madrid; Ezequiel está en Alicante; Lourdes y Alexandra no quieren salir bajo ningún concepto porque tienen que estudiar y no quieren perder un día para recuperarse de la fiesta; Natalia nunca tuvo el mismo concepto de diversión que yo (pero tranquila Natalia, si me veo muy desesperada, te llamaré); Mario va a hacer la "prenochevieja" (con 21 años que tengo y me entero hoy de lo que es) y, no sólo ya no llego porque es ahora mismo sino que ya estoy empezando a acercarme al sector "amigos lejanos" y todo lo que sea hacer planes con ellos es un claro acoplamiento así que estoy, oficialmente, jodida. (Ya empiezo a hablar como Bridget).

Siempre está la opción de quedarte en casa con tu madre, tu hermano, su novia y sus amigos de Asturias a los que por cierto no conoces y sería un buen plan pero... SI NO-ME HUBIERA COMPRADO-UN VESTIDO-PARA SALIR. Porque para quedarme en casa, me habría comprado un pijama que no estuviera lleno de agujeros de cuando juego con Luna y me clava la uñagarfio mientras mueve el rabito.

Espero que algún alma caritativa que lea esto (sin compromiso, Lourdes y Alexandra), me diga que me necesita en su nochevieja y me deje estrenar mi vestido (porque si me dice "puedes venirte con nosotros", que lo olvide. Yo no me acoplo, ¿vale? Yo voy sólo donde se me quiere).

P.D.: eso último es sólo para el que me escriba en el blog... Quien lo haga por cualquier otro medio privado puede decírmelo como quiera; estoy lo suficientemente desesperada como para pasarlo por alto.

En fin, feliz año a todos (por si me suicido y no volvemos a hablar), feliz prenochevieja a todos aquellos capullos que por eso hoy no están en el messenger dándome conversación mientras se ofrecen a ser mi compañía en año nuevo y feliz todoaquelloquesesueladecirenestasocasiones y que ahora no me viene a la mente por culpa de mi ausencia de planes. Yo seguiré esperando (la esperanza es lo último que se pierde y las cosas improvisadas son las que mejor salen) (eso último no me lo creo ni yo) compuesta y sin planes.

lunes, 28 de diciembre de 2009

El periodo de la menstruación

Dicen por ahí que a las mujeres se nos pone mala leche cuando nos baja la regla y yo quería dejar claro con este texto que eso no es en absoluto cierto, estúpidos de mierda.

No, en serio. Sé que es un tópico y no creo que sea algo general y para todas las mujeres pero a mí en particular sí que me sucede lo que dicen y sé de otras mujeres a las que también les pasa.

Los efectos se empiezan a notar uno o dos días antes de que llegue el periodo y es cuando llega cuando te das cuenta de por qué estabas tan irritable e irritada días antes. A mí se me pone mal carácter [rectifico] se me pone peor carácter, las malas conductas de los demás me sientan como una patada en el estómago cuando en otras circunstancias simplemente no me harían gracia, lloro con cosas que habitualmente no me harían llorar sino decir "no lo pienes y punto" y no me río tanto con las cosas ni tengo el mismo buen sentido del humor.

Puede parecer sencillo para los que no lo padecen analizar la situación y decir: bueno, como ya sabes que te pasa, intenta no ponerte de tan mal humor. Pero es que no se puede controlar, cabrones insensibles.

No se puede controlar porque cuando recibes las cosas, no las recibes igual sino peor y reaccionas en función de lo que percibes, no en función de lo que deberías estar percibiendo. Es imposible decirte a ti misma: venga, va. No llores, ya sabes que es por la regla... Bueno, puedes hacerlo pero no sirve de nada porque a ti te apetece llorar y punto. O cuando regañas más de la cuenta al perro... Contrólate, María, que es por la regla. Vale, me controlo. En vez de dos días sin comer, perrito, te dejo uno. :) Para que aprendas que la basura no se toca.

Crees que estás actuando bien cuando en realidad no es así porque, una semana después, el perro vuelve a meter el hocico en la basura y tú sólo le regañas y le dejas 23 horas sin comer pero de eso no te das cuenta hasta que el periodo no termina.

Así que, una de dos: o se repite exactamente la misma circunstancia y tienes en cuenta lo que sucedió la vez anterior para no hacer las cosas mal o avisas al personal para que se arme de paciencia y no te lo tenga en cuenta porque podemos llegar a ser insoportables.

Y, una cosa más: JAMÁS le preguntes a una mujer que está con la regla si está con la regla.

lunes, 21 de diciembre de 2009

¡Hola de nuevo!

A lo mejor os parece una tontería pero llevo tanto tiempo sin escribir porque el 12 de noviembre fue mi cumpleaños, lo "celebré" de una forma muy especial, acompañada de gente estupenda y, como he intentado varias veces contar lo que viví y en cada una de las ocasiones me ha dado la sensación de que mis palabras se quedaban cortas y no lograban describir con exactitud cómo me sentí para transmitirlo a todos vostoros, borraba el texto y volvía a empezar así que, después de muchos intentos (y ninguno satisfactorio), lo dejé. Y como no he podido escribir sobre eso, simplemente, dejé de escribir. Era como si no pudiese hablar de historias que me sucedieron después porque ésa iba primero y hasta que no estuviese redactada no pudiese contar las demás...

Como sabéis, en mi blog no escribo las historias por orden cronológico porque cuento cosas que me han sucedido hace años pero me sucediron cuando aún no tenía blog. Ahora, si me apetece contar el día de mi cumpleaños y no puedo porque me da la sensación de que se pierde la magia y no logro contagiar las emociones que sentí, no me siento bien saltándome ese día para hablar de otras cosas... Tengo la espinita ahí clavada.

Pero bueno, me he animado porque ya ha pasado mucho tiempo y siento que ya soy capaz de contar el día de mi cumpleaños con menos emoción y más objetividad. Que ésa era otra... Escribía y me enrrollaba en cosas que para mí era importantísimo contar pero que, en el fondo, a los que me leyeran les iba a dar igual, yo lo sabía y me jodía tener que prescidir de esa información porque yo QUERÍA CONTARLO TODO. Y, como no podía ser y tampoco era capaz de discernir qué contar y qué no para que no se hiciera pesado, sencillamente no lo escribí.

Ahora ha pasado el tiempo y me doy cuenta de que en mi mente no está todo tan reciente como los primeros días y sé que ya puedo contarlo proque, lo que se haya borrdo de mi cabeza, era la información prescindible (si no para vosotros, para mí; que es lo importante porque soy la que lo tiene que contar y quedar satisfecha con el resultado). Así que, tranquilamente, siento que ya puedo hablar de otras cosas sin haber contado el día de mi cumpleaños porque, cuando quiera, con tiempo y tranquilidad puedo ponerme a redactarlo para publicarlo sin problema.

A lo mejor lo cuento en la próxima entrada (ya digo que todo depende del tiempo y la tranquilidad que tenga porque, aunque ya se me haya pasado la emoción, siempre pongo en todas mis entradas mucha atención y dedicación) pero, si se me ocurre o recuerdo antes alguna otra cosa más trivial, pues la cuento y punto.

Con esto quiero decir que retomo el hábito de mi blog y que, si no antes, después, contaré lo de aquel día que tan bien lo pasé. ;)

Un saludo a todos.

domingo, 25 de octubre de 2009

Sábado sabadete, vestido nuevo y... Comenta, vaguete.


Ayer fue un día de lo más sorprendente. En principio no iba a hacer nada del otro mundo pero todo cambió inesperadamente.

Quedé con mi amigo Ezequiel en Atocha a las dos para comer un bocadillo de calamares de "El brillante". Tuve que llamarle y decirle que me retrasaría, que llegaría a y media pero, cuando quiero darme cuenta (yo iba escuchando lo "último añadido" en mi mvl y no fui consciente), eran y diez y yo todavía estaba en el primer autobús, dentro de Getafe, parada en un semáforo en verde...

Lo que finalmente me sacó del mundo "Mika" y me trajo de nuevo a la realidad fue ver a un chaval intentando pegar al conductor del autobús en el que yo iba montada. Este chico saltó para darle un puñetazo a través de la ventanilla y el que cobró fue él porque el conductor estaba en una posición más elevada. Acto seguido vino un amigote para ayudarle, el conductor cerró la ventanilla y aguantó el chaparrón de golpes que propinaron al cristal hasta que pudo salir de allí. Creo que básicamente lo que sucedió fue que algún listo había dejado el coche mal puesto y el autobús no podía pasar... No sé si el listo era el chico, el amigo o quién narices era pero se lió una bien gorda que me retrasó (por segunda vez en una sola mañana) y que me dejó bastante nerviosa. Cuando llegamos al final del recorrido y la gente bajó, yo me acerqué al conductor para preguntarle cómo se encontraba y qué había sucedido y eso es lo que me dijo.

Después de un segundo viaje en autobús logré reunirme a las tres de la tarde con mi amigo y por fin nos comimos el famoso bocadillo. Una vez culminado el magnífico plan del día no sabíamos qué hacer así que decidimos improvisar. Caminamos por El Paseo del Prado y topamos con una exposición de "Palladio". Realmente hicimos un esfuerzo por convertirnos en personas cultivadas pero, entramos sin saber quién era Palladio, y salimos sin saber quién era Palladio... Estaba claro que no nos apetecía y, cómo no, a la salida bromeamos sobre ello diciendo que nos sentíamos diferentes; que parecíamos personas nuevas con toda esa información (que era ninguna) dentro de nosotros. Pese a no poder parar de reir con nuestra ironía, tuvimos que admirar a toda esa gente que sí tiene curiosidad e interés por visitar esos lugares pero, claro estaba que ese día, ése no era nuestro sitio.

Y, ¿cuál es nuestro sitio? El cine. Y allí que fuimos. En un principio no sabíamos cuál era el más cercano y nos dejamos asesorar por algunos desconocidos que nos cruzamos por la calle. Les hicimos caso y fuimos a Serrano. Nos bajamos bastante lejos de las salas pero, como a Eze se le metió en la cabeza que en la calle Serrano hay mucho pijo, aprovechamos el paseo para presumir de nuestras mansiones, de nuestros millones y de nuestros incompetentes mayordomos (para no ser menos, claro...). Cuando por fin encontramos los cines, no había ninguna película que nos satisfaciera y nos tocó ir a Callao (donde Eze había sugerido ir desde un principio, la verdad sea dicha). Allí había más variedad pero pensamos que en Princesa el abanico sería todavía mayor y fuimos hasta Plaza España. Por fin encontramos una que nos llamó la atención: "500 días juntos". Entramos y, para nuestra sorpresa, la peli era en versión original subtitulada. O sea, que nos metemos a ver una comedia romántica (no olvidemos que no estamos hablando de "Ágora" ni nada de eso) y encima nos toca tragárnosla en V.O., ¿no? Pues naaada. ¡Eso que nos llevamos!



Al finalizar el film (muy divertido, por cierto. Estuvo genial), no sabíamos qué hacer. Ya eran las ocho y media de la tarde (eso es lo que en realidad hicimos en todo el día: nada) y a mí se me ocurrió sugerir un karaoke. Evidentemente, ¡no íbamos a ir a un karaoke, a las nueve de la noche (que seguro que no hay nadie), un sábado, nosotros dos solos!

¿Ah, no?

¡En qué hora! Eze quería karaoke, ¡pues toma karaoke! Fuimos a un ciber, nos informamos y escogimos el que hay en Avenida de América. Mientras nos dirigíamos allí, en el metro, oímos a un perro ladrar. Miramos a nuestro alrededor y justo a mi lado, una señora con un carrito... Debajo de la manta que tapaba el carrito, un perro con más mala hostia que na'. Estará asustao (pensé). ¡Hola! (Le dije).

...

Menuda lié. El perro ladrando, una bestia de 7 kilillos incontrolable y to el vagón mirándome y riéndose. La señora sujetando a la fiera de pelo gris y yo acojoná y asumiendo que, en realidad, no tengo tan buena mano para los animales... (Claro, que yo no sabía que los gremlis se vuelven locos con el agua y con un "hola"...).

Cuando llegamos al karaoke, Eze y yo cantamos juntos "No me crees" de "Efecto Mariposa", "Vete y pega la vuelta" de "Pimpinela" y me obligó a cantar "It's raining men" entre otras. Nuestras actuaciones tuvieron mucho éxito entre toda la gente del inserso que había allí (se ve que la entrada estaba prohibida a menores de 50 pero que con nosotros y otro grupo de chicas hicieron una excepción). Al final congeniamos muy bien con dos de ellas cuando se marcharon las demás y hemos quedado en volver todos juntos (sus amigos y los nuestros) algún otro dia.

Todavía, a las doce y media de la noche, cuando salimos del karaoke, a mí se me ocurre salir de fiesta por Huertas. Estábamos indecisos. Yo quería pero él no. Subimos a un vagón, le convenzo y bajamos, se raja y cambiamos de nuevo, se anima y volvemos a cambiar... La una y el metro que lo cierran. ¿Qué hacemos? ¡Vamos! Nos bajamos, nos damos cuenta de que no había otra forma de llegar a Huertas que no fuera en taxi, decidimos que no queremos gastar más dinero, volvemos al andén y no hay más trenes. ¿Nos han cerrao? No jodas que al final nos toca cojer un taxi... Bueno, pues pa ir en taxi a casa nos vamos de fiesta. Nos cruzamos con gente. ¿Es que no está cerrao el metro aún? No. Adiós al taxi, adiós a la fiesta. Regresamos al andén (sencillamente aún no había puesto el cartelito luminoso que anunciaba al próximo tren), cogimos el metro y, finalmente, cada uno se fue a su casa...

Y ése fue mi día. Debe de resultar muy largo y aburrido para quienes no lo vivieron conmigo y ahora lo están leyendo pero me apetecía mucho contarlo.

Así que, después de todo eso (y de casi convencer a Ezequiel para que "entrara a la estación de Atocha" por la salida de un parking mientras yo me iba por la verdadera entrada con la intención de "encontrarnos en el andén"), puedo decir que me lo pasé genial y que improvisamos de-puta-madre.

sábado, 24 de octubre de 2009

Conversación y reflexión del día

1. Conversación:
- ¿Qué hay hoy de comer?
- Mmmm... No lo sé.
- ¡Ah! ¡Pues qué rico!
- Sí. Pero llena mucho...

2. Reflexión:
Tengo tropecientas mil cremas de cuerpo que compré en Mercadona recomendadas por mi prima. Crema hidratante de almendras (para pieles muy secas), crema anticelulítica, crema antiestrías y crema reafirmante de senos.

Y la pregunta es: ¿qué ocurriría si accidentalmente me aplico la crema reafirmante de senos donde no es?

*Mantener fuera del alcance de los niños. No ingerir. En caso de contacto con los ojos, lavar con abundante agua. En caso de una mala aplicación, llame al teléfono del cirujano que especificamos justo debajo de la fecha de caducidad...

Tengo la misma piel seca, la misma celulitis, las mismas estrías y los mismos senos poco turgentes (siempre que leo la palabra "senos" va acompañada de "turgentes" y me apetecía decirlo).

Reflexión: prescindir de las cremas y a llamar directamente al cirujano.


sábado, 17 de octubre de 2009

Reencuentro Curativo

Unas cuantas entradas más abajo publiqué hace unas semanas una historia que titulé "Astérix y Abuélix". En ella cuento la divertida tarde que pasé haciendo compras acompañada de mi abuela y su amiga pero no conté algo que sucedió y que ayer vino a mi memoria.

Aquella tarde, mi abuela no paraba de quejarse y de decir que le dolía una pierna. Se iba agarrando a mi brazo y nos pedía constantemente (con cara de sufrimiento, claro) que dejáramos ya de ver tiendas porque estaba cansada y no podía más. El tour de tiendas en realidad no había hecho más que comenzar y a nosotras nos apetecía un montón terminarlo así que sugerimos a mi abuela que se fuera a una cafetería y nos esperara allí.

En pleno debate, vemos a lo lejos a otra vecina y, de repente, mi abuela se suelta de mi brazo, cambia su posición de abatimiento y debilidad por una postura mucho más erguida, se coloca la blusa y se dirige contentísima de la muerte hacia ella para saludarla sin cojera alguna... ¡Había desaparecido! Así que claro, mientras ella cascaba, yo le decía a Tere anonadada:

- ¿¡Has visto!?
- ¡Sí!
- Pero, ¿¡será posible!?

Por supuesto, no hace más que terminar su coloquio con la vecina y empiezo a imitarla para que me vea...

- ¿Quién soy, quién soy? ¡Ay! (Me pongo a cojear). ¡Ay! (Miro al frente y, a paso ligero con los brazos extendidos) ¡Hombre, Charo!

El caso es que las tres no reíamos y a la jodía no le quedó otra que reconocer que había exagerado.

- Es que no me apetece seguir; estoy harta ya. Que cada vez que vienes nos tienes toda la tarde mirando ropa.
- Bueno, cuentista, tira pa la cafetería que luego vamos nosotras.

Y ahí quedó el cachondeo hasta ayer. Que fui a comer con ellas para celebrar el santo de Tere y nos pusimos a recordarlo. El caso es que fue tan gracioso que le pedí a mi abuela que recreara la situación mientras yo la grababa con el móvil y eso hizo. Éste es el resultado y así fue como sucedió el reencuentro curativo...





*Que conste en acta que mi abuela tullida sabe que esto lo subo a internet y que lo va a ver mucha gente, ¿eh? Que se lo he explicado y ha accedido encantada...



sábado, 10 de octubre de 2009

Áhoga

Esta noche he ido a ver Ágora; la nueva peli de Alejandro Amenábar.

No me preguntéis qué tal ha estao porque soy muy mala haciendo críticas. (Mi película favorita es 10 razones para odiarte así que imagináos).
La verdad es que si me hubiera encantado lo diría pero, como tampoco me ha hecho especial ilusión y estamos hablando de "AMENÁBAR", me da miedillo decir algo malo por si termina resultando evidente mi falta de criterio.

El caso (que siempre me enrollo) es que cuando mi madre ha llegado de trabajar este medio día le he dicho:
- ¡Mama! (Como si fuese una idea brillante), ¿quieres que vayamos esta tarde al cine a ver Ágora?
- ¡Ah! Pues sí, vale.
(La primera vez que me cuesta tan poco convencerla de algo).
- ¡Mama!, ¿me harás el disfraz para mi fiesta de cumpleaños?
- ¡Ah! Pues no.
(Ya decía yo...).
- Bueno, pues si te parece, vamos al pase de las 22:20h. y cenamos antes por ahí porque, como habrá mucha cola para sacar las entradas... Vamos a las 20:30h. o así, las sacamos y tomamos algo tranquilamente hasta que sea la hora. Porque además, un viernes, el día del estreno, se agotarán pronto.
- ¿Tú crees? ¿Tanta gente irá?
- ¡Puf! Es AMENÁBAR, mama. Su reputación le precede.
- Sí. ¿Qué es lo que había hecho el Amenábar antes?
- (Bueno, precederle, precederle, lo que se dice precederle... Tampoco). Por ejemplo, "Los otros".
- ¡Ah! ¡Es verdad! Bueno, vale. Pues eso hacemos.

Y a las 20:30h. como dos relojes en la puerta del cine. To petao, claro (nunca pensé que utilizaría esa expresión), esperamos la cola sobradísimas de tiempo y, cuando llega nuestro turno, orgullosa entrego mis dos entradas de descuento de la vez anterior (que además caducaban hoy) y llena de satisfacción debido a nuestro ingenioso y calculado plan que tan redondo estaba saliendo digo:
- Dos entradas para "Ágora" a las diez y veinte. ¡Ja!
Y la chica responde:
- ¿Fila 1 centrada o fila 3 lateral?
- Perdone, señoritaestoyalgosorda, no ha debido entenderme: "ÁGORA" a las DIEZ Y VEINTE.
- ¿FILA 1 CENTRADA O FILA 3 LATERAL?

O sea, que planeo la tarde a las tres del medio día pensando que así podríamos incluso elegir con total libertad el asiento que queremos y resulta que la gente ha comprado las entradas a las tres del medio día mientras yo planeaba la tarde, ¿no? Bueno. Pues de nada. Gochos de mierda. Coged, coged, coged sitio. No sea que alguien se adelante... ¿Por qué coño no os habéis ido de puente? ¿Eh? ¿Eh? ¡Joder con la crisis!

- Pues no sé qué decirle. Mama, elige tú. Que con tanta opción cualquiera se decide...

Y, al final, fila 3 lateral. (Dentro de lo malo, ha sido la mejor elección).

Pero para colmo, están empezando los trailers y la gente ¡todavía entraba! ¡Pero seréis..! La sensación de poder que habéis sentido diciendo "fila 15, centrada, por favor" os ha embriagado, ¿no es cierto? ¡A mí me encantan los trailers y si hay gente pasando por delante cada dos por tres no hay forma de verlos! ¡Insensibles! No les bastaba con dormir delante de la puerta del cine la noche antes (que seguro que es lo que han hecho) para coger un buen sitio... Noo. Además, se permiten el lujo de entrar dos minutos tarde para restregarnos a todos que fueron más previsores y que eso les da derecho a hacer lo que quieran. Pues nooo señor. Ahí es cuando el acomodador debió decirles:
- Lo siento, señoras y señores. Llegan dos minutos tarde y la sala se cierra con puntualidad. Si no están aquí a su hora, no pueden pasar.
- Pero, ¿qué pasa con nuestras entradas? Caballero, ya las hemos pagado...
- Ahhhh... Se siente. Ahora, los que están dentro, se redistribuyen y a los que no les gusten sus asientos, ocuparán los suyos. :)
-Pero, pero...
- Ni pero, ni nada. Si compran ustedes la entrada 12 horas antes, qué menos que ser puntuales. Y no que ahora herirán la sensibilidad de todo aquel que esté intentando esquivar cabezas pa leer las letras del principio desde una esquina con el cuello retorcío mientras ustedes pasan... ¡Hombre yaa!

sábado, 26 de septiembre de 2009

Los suplantadores

Esta tarde hemos ido mi madre y yo al cine a ver "Los suplantadores" digo... "Los sustitutos" y, aunque la película ha sido un bodrio, nos hemos reído un montón.

Según la cartelera la película estaba protagonizada por Bruce Willis y cuenta una historia en la que los seres humanos utilizamos clones para nuestra vida diaria mientras los manejamos desde nuestra casa.

Pues bien, llegamos a la sala, nos acomodamos, vemos los trailers y de pronto empieza lo que creemos que es la peli.

Empezamos a ver nombres de actores españoles como Iván Sánchez (Hospital Central), Laura Sánchez (Los hombres de Paco), Lucía Hoyos (mmm... Una mu guapa y mu famosa) pero ni rastro de Bruce Willis. Ambientada en el 3000 y con mucha nave espacial todo parecía encajar: clones, futuro, disparos = Bruce... Todo está relacionado).

- Pues lo mismo ha salido y no lo hemos visto. Como estamos hablando...
- Ya mama, (mama, que no mamá) pero aunque fuera eso, ¿cómo es que hay tanto actor español?
- Pues hija, no sé. Será que es española y pa darle bombo han cogido al Brus Güilis.

Escenarios en Madrid y los actores doblados al castellano (pese a mover los labios en castellano también).

Esperando y esperando.

- Pues Bruce está tardando en aparecer... ¿A que me han vendido las entradas equivocadas?
- ¡Anda, María! Pues sí. Estás tonta.

Después de cinco minutos, en grande y ocupando toda la pantalla: "CÍCLOPE"

- Joer. Ésta no es la peli.
- Pues eso creo yo. Estos monstruos metálicos y futuristas (aunque futuristas) no tienen pinta de clones...

La gente empieza a incomodarse. A moverse inquietos en sus butacas. Escucho que un señor dice: "ahora la cambian".

- Mama, ese señor ha dicho que ahora la cambian.
- ¿Se han equivocao entonces?
- Pues supongo. No me ha parecido leer en la sipnosis que en el reparto hubiese tanto actor español.
- ¡Ah! Pues que la dejen y después nos pongan la otra gratis; por equivocarse. ¡Ahora no nos la van a quitar!
- Pero mama, si es una mierda y no nos estamos enterando de nada.
- Bueno. Pero a lo mejor ahora nos gusta, nos la cortan y ¿qué?
- Esto es subrealista. Esto se merece una entrada de blog. Pero, ¿nadie va a preguntar nada? ¿Por qué nadie hace nada?

María (me dije), si quieres una entrada de blog, qué menos que protagonizarla tú pa tener algo que contar...

- Mama, sujeta las palomitas.
- ¿Adónde vas?
- Pues a hablar con el acomodador a ver qué coño es esto.

En ese momento creo que me convertí en la esperanza de todo el cine (o al menos eso era lo que esperaba que pensaran. ¡Hombre! ¡Alguien que nos hará ver la luz! Gracias muchachita maja. Infórmate y nos cuentas).

Así que me he levantado (yo sola por cierto. Todos estaban confundidos pero no se ha levantao ni Dios), he bajado mis 14 filicas (de las 15 que tenía en la sala) y me he dirigido al chico. Entonces ha empezado a bajar más gente (sí, ahora, noo tee joode) y por fin obtuvimos respuestas:

- Mire usted (le he dicho), no es que tenga yo nada en contra del cine español (salvo pagar 7 euros por una entrada) pero es que no era en esto en lo que yo tenía pensao hacer mi inversión. ¿Es ésta la peli de Bruce Willis y está tardando mucho en salir o me he equivocao de sala?
- No. Es un corto español. Después empieza la peli.
- ¡Ahhh! Pues haber empezao por ahí, joder.

He subido y todos me miraban fijamente como diciendo: cuenta, cuenta...

Así que, he alzado un poco la voz (lo suficiente como para que me escuchara media sala) y he dicho:
- Si queréis saber lo que pasa, bajad vosotros y preguntad, vagos de mierda.

No. He dicho:

- Que esto es un corto. La peli empieza después.

Y ya, cuando hemos visto un coche de policía volando por los aires, hemos respirado tranquilas porque nos hemos dado cuenta de que ésa sí era la de Bruce. :)

Por lo visto (lo he mirado ahora en internet para intentar indagar), ese corto era el telonero de "Los sustitutos". Como Bruce tiene tanto tirón, han decidido fomentar el cine español con esa peli... ¡Ah! Y se supone que "Cíclope" era en 3D pero a mí, ni me han dao gafas, ni me ha parecido que lo fuera.

viernes, 25 de septiembre de 2009

La intérprete

Tengo una teoría.

Creo que cada gesto, cada movimiento, cada cosa que hacemos de forma inconsciente en nuestra vida diaria, podría delatarnos en algún estudio psicológico.

Estoy segura de que las personas con conocimientos sobre psicología pueden definir a otras con las cosas más triviales.

Por ejemplo, cuando vas a un cine. El cine al que yo voy tiene unas puertas que pueden abrirse tanto tirando de ellas, como empujándolas. Bien, una de mis teorías es que si eres de los que empuja, es porque eres una persona generosa y, si eres de los que tira, eres una persona egoísta.

Evidentemente yo no tengo ni idea pero podría significar algo parecido... En fin, hay dos opciones. Hay gente que tira y gente que empuja. Eso querrá decir algo, ¿no?

También puede significar que el que empuja es una persona... no sé, descuidada; que pasa de todo y, el que tira, una persona cuidadosa; que se preocupa.

Eso ya no lo sé. A mí se me ocurrió con el tema de la generosidad pero claro está que hay muchas más opciones (por eso sólo la gente que tiene idea de psicológia puede hacer estudios).

Luego. Cuando remueves el café con la cucharilla. Si eres diestro (por ejemplo) y haces con ella círculos hacia la derecha (hacia "fuera") eres de los que expresan abiertamente sus sentimientos y, si haces las hondas hacia la izquierda (hacia "adentro") eres de los que los reservan para sí mismos...

Unas simples patatas. Cuando yo parto las patatas para hacerlas fritas, todas me salen más o menos iguales; con un grosor y un tamaño similar. Pero hay personas que las parten (y llevan muchos años haciéndolo; no necesariamente ha de ser un novato) ¡y cada patata parece de su padre y de su madre! Tanto es así que parece que las han partido siete personas diferentes... Y eso ha de deberse a algún factor psicológico. Así que, o yo soy una persona estable con un estado psicológico más o menos coherente y la otra persona tiene múltiple personalidad y, por tanto, un desequilibrio, o yo soy una amargada y una estirada (por lo que se deduce de la homogeneidad en el corte de mis tubérculos) y la otra persona alguien alegre y desenfadado que simplemente tiene un gran control sobre sí mismo (y sobre sus tubérculos, claro) pero ALGO significa.

Otra cosa. No es lo mismo decir: "vuélvete a poner el sombrero" que "vuelve a ponerte el sombrero". Obviamente, la forma correcta es la segunda opción pues la acción no es "volverse" sino "ponerse". "Vuélvete" es como redundar. Es querer hacer algo por segunda vez (pero para eso ya dices: "vuelve"). No hace falta que digas "vuélvete" para dar más énfasis y que se lo ponga seguro una vez más... Con que digas "vuelve", ya estás diciendo que lo haga otra vez (es la definición de la palabra la que lo dice) y, lo que quieres que haga otra vez es "ponerse" el sombrero. "Ponerse".

Esto, por sí solo seguramente no tenga ninguna connotación psicológica pero tenía ganas de decirlo porque la gente habla mal y cree que habla bien y me jode. Pero aún así, creo que a gran escala, este último ejemplo sí que serviría para definir a alguien. Por mi forma de escribir, por la alteración o la colocación adecuada de la sintaxis (y dependiendo de en qué momentos, frases u oraciones y de lo que en realidad queremos explicar y cómo), sí que sea válido.

Conclusión: no sé qué significarán todas esas cosas pero alguna explicación han de tener y no pararé hasta averiguar cuál.

¿Hay algún psicólogo leyendo esto?

martes, 15 de septiembre de 2009

Las normas de la casa de la sidra

Siento cierto rechazo hacia todas aquellas personas que saben que existen las normas y se limitan a acatarlas sin saber por qué.

. Un claro ejemplo de este tipo de gente es el camarero que nos atendió a una amiga y a mí hace unos meses en una heladería.

Según las normas del establecimiento, cuando ocupas alguna de las mesas de la terraza sólo puedes pedir cosas que hay en la carta. En ésta no figura un simple cucurucho de helado, que era justo lo que María Tocapelotas (como segundo nombre de pila) quería consumir... Pero su amiga deseaba un granizado y eso, sin duda, sí estaba en la carta.

Pues bien, ella pide lo suyo y, cuando yo pido mi cucurucho me dicen que no porque los cucuruchos no los sirven en las mesas.

- No quiero nada entonces. Le dije.
- Vale. Respondió.

¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?

Conclusión: puedo ocupar un lugar en esa prestigiosa mesa sin consumir (mientras tú pierdes dinero por ello, claro) pero, si me pido un cucurucho aunque sea dentro de la heladería para luego salir a comérmelo fuera (que huiera sido la segunda absurdez del día en caso de que el caballero hubiese entrado en razón), tengo que comérmelo de pie junto a mi amiga porque en la mesa no se comen cucuruchos, ¿es eso?

Y lo peor de todo es que era un negocio familiar, es decir, la increíblemente meditada norma que me impedía bajo cualquier circunstancia comerme un cucurucho mientras mi amiga bebía un granizado, la pusieron ellos. ;)

A 2Km a la redonda de las mesas, ¡NO SE PUEDE COMER NADA QUE NO ESTÉ EN LA CARTA! Mensaje captado.

. Otro caso de incomprensión respecto de este tema me sucedió hace unos días. Estaba en Alcorcón y quería volver a Getafe pero, casualmente, toodo Alcorcón estaba en obras y, donde normalmente se cogen los autobuses para ir a Getafe, ya no se cogían... Había que ir a la otra punta de Alcorcón (a patita) y, para ello, era imprescindible conocer la ciudad (y tener ganas de ir a patita).

Obviamente no quería ir a patita (estamos hablando de mí) así que cogí un autobús que me llevaba hasta el final del recorrido dentro de Alcorcón y que después iba hasta Getafe. Pero claro, cuando el recorrido finaliza, has de pagar un nuevo billete para ir dirección Getafe. Eso no era un problema porque llevaba dinero y mucho dolor de pies pero lo curioso es que, cuando llegamos al final del recorrido (estábamos solos el estúpidoconductor y yo), le digo:

- Para ir ahora a Getafe, ¿tengo que bajar, dejar este autobús y coger otro (en esta misma marquesina) porque su jornada acaba o sigue usted y puedo continuar en éste mismo?
- Puedes continuar en éste pero has de bajarte y volver a pagar.

¿?¿?¿? (Démosle un voto de confianza, Mery).

- Sí, lo de que tengo que volver a pagar lo tengo claro pero, ¿es realmente necesario que me baje para volver a subir después?

(Al fin y al cabo estábamos solos. No es que fuera a sembrar el caos si voy hasta su asiento a través del pasillo...).

- Sí; es necesario.
- Vaaale.

Así que cedí a sus exigencias, bajé, pasé por el lateral del autobús hasta llegar a la puerta y subí:

- Déjà vu. ¡Buenos días! A Getafe, por favor... :)


*Claro está que en esa casa beben demasiada sidra.








martes, 25 de agosto de 2009

Sarna con gusto no pica

Mola estar paseando por Carrefour con tu prima, ver una caja llena de bombas de chocolate y estar media hora decidiendo si las compras o no.

Es una decisión importante aunque pueda parecer lo contrario. Iban cuatro pero somos dos. Eso implicaba comernos dos cada una. Una se iría a las cartucheras y la otra a la tripa (menos a las tetas, a cualquier sitio). Hacía calor y el chocolate parecía derretido pero, metiéndolo en el frigo... ¿Y si estaban rellenas de crema en vez de chocolate? Eso sí que era importante. A ninguna de la dos nos gusta la crema. Desperdiciaríamos 2'95 euros y el mono de llevar la comisura de los labios llena de chocolate después de morder la bomba no se habría saciado... Además, de llevar lo que nosotras queríamos, habríamos de lavarnos los dientes justo después de comerlas (por eso de que se vean negros...).

Y, tras sopesar los pros y los contras, sin estar cien por cien seguras de qué llevaban por dentro, las hemos comprado. No penséis que el tiempo que dedicamos a tomar la decisión fue en vano... Creedlo firmemente.

Sólo era una forma de no sentirnos muy culpables. El tiempo de la operación bikini acabó hace meses y nosotras ni siquiera llegamos a empezarla así que no sé por qué no íbamos a invertir tres eurillos y treinta minutejos en unas bombas.

Contentísimas, hemos llegado a casa, hemos comido y justo después hemos ido a por la caja. Mi prima sostenía un cuchillo de sierra (íbamos a compartir una aunque acto seguido fuésemos a compartir otra), ha cojido la bomba, la ha puesto sobre un plato y, con la mano temblorosa, la ha partido por la mitad para que, finalmente, nos explotara en la cara. ¡¡Levaban crema!! Así que mi primo ha cojido una de las mitades y se la ha comido con un gusto tremendo (se ve que saber que serán todas para ti y nadie las tocará porque a nadie le gustan es como meterse en el papel del tío que anuncia "el gustazo de comprar a mejor precio" de Media Markt).

Decepcionadas, les hemos guardado unos segundos de luto y, automáticamente, nuestras mentes se han puesto a elucubrar las posibles alternativas. Así, como el terminator hace con los objetivos que debe eliminar, nosotras nos hemos puesto a visualizar bollería y posibles centros donde obtenerla. Enseguida, la tienda de al lao de casa de la aguela se ha puesto en rojo y las dos nos hemos levantado como locas. Los abuelos han preguntado, claro...

- ¿Ande van éstas?
- A por unos bollos de chocolate. - Respondió mi primo-
- ¿Pero no han traío ya unos der Carrefurr?
- ¡Sí! Pero ahora se van anca la Santi a por otros porque estos no llevan chocolate por dentro. (Todo esto gritando para que el sordo de mi abuelo y la sordaenpotencia de mi abuela se enteren, claro...).
- ¡Ah! Pues que cojan unos eros del moneero y se traigan to lo que quieran.
- No hay tiempo que perder, abuela. La prima invita. -Dije yo con firmeza y decisión-

Y eso hemos hecho. Hemos salido a las tres del medio día (con toa la calor) a por nuestras bombas de chocolate y, evidentemente, ya nos las hemos comido. :)

miércoles, 29 de julio de 2009

Astérix y Abuélix

Antes de nada:

esta mañana me han hecho un análisis de sangre y ahora me comporto como si me hubiesen escayolao el brazo entero; lo muevo poco y lo tengo medio dormidillo. La enfermera ha llevado a cabo un atraco a mano armada a mi ADN. Me ha sacao sangre pa cuatro tubos ¡y yo me he dejao! Si no llega a ser por mi madre, me voy de allí corriendo (bueno, quien dice corriendo, dice con alguna táctica de distracción que me permita huir sin ser vista...). Parece mentira que, después de hacerme dos tatuajes como dos soles, me diese miedito aquella larga, gruesa y punzante aguja que iba a atravesarme una vena para chuparme la sangre como si de un vampiro se tratase...

Dicho esto:

ayer fui a ver y a comer con mi abuela (73). Nos acompañó su vecina y amiga de toda la vida, Tere (63). (Menos mal que ninguna lee mi blog porque, si no, hoy las veo narcotizando y suplantando a la enfermera para poder ser ellas las que me saquen sangre sin cuidado y con dolor por haber desvelado sus edades).

La cosa es que, para variar, nos fuimos de compras y, estando en la acera a punto de cruzar por un paso de cebra, me di cuenta de la tremenda capacidad que tengo para convencer a los demás de que hagan el gilipollas comigo. Sí, en serio. No sé qué les doy... Se me ocurrió poner música con el móvil y empezó a sonar "Ain't no mountain high enough" y, siempre que escucho esa canción, me entra un no sé qué que me hace realizar ridículos pasos de baile sin importarme quién esté mirando y yo (que se ve que logro que dichos espasmóticos movimientos parezcan naturales), les digo: ¡venga chicas! ¡Haced lo mismo que yo!

Claro, en ese momento esperas que tu abuela, una mujer madura (o por lo menos y sin duda más madura que tú), te agarre con fuerza por el brazo y te diga: "anda, María, deja de hacer el idiota que nos está mirando todo el mundo" haciéndote ser consciente de que, a tu edad, hay ciertos comportamientos infatiles (y por tanto inapropiados) que debes censurar de tu personalidad de forma inmediata... Pero, cuando ves que el espíritu de Billie Eliot (y Toni Genil también) se apodera incluso de ellas, te planteas que a lo mejor tienes algo contagioso. Porque a ver, si sólo hubiese bailado mi abuela, piensas: es un gen o algo que tienen en común. ¡Pero cuando baila también la vecina...!

Así que ahí estábamos las tres. Yo estaba en el centro y, siguiendo el ritmo y la genial melodía de la famosísima canción, juntas y muy coordinadas hacíamos eso de pasarse un par de dedos por delante de los ojos con un acompañamiento de hombros y cadera. Evidentemente, no nos olvidamos de ese paso que consiste en taparse la nariz con una mano mientras con la otra haces los cinco lobitos a to el que mira a la vez que flexionas las rodillas y, por supuesto, no podía faltar aquel clásico de "Grease" que nos hizo abrir y poner las piernas a la anchura de los hombros para poder señalar y dar un repaso con un poderoso dedo a todas las personas que estaban al otro extremo del paso de peatones...

El semáforo por fin se puso en verde y las tres recapacitamos; volvimos a ser dueñas y conscientes de nuestros cuerpos y sus actos y comprendí que, definitivamente, tengo un gran poder de convicción. El problema es que, cuando ellas ya habían vuelto en sí, yo todavía no había cesado de levantar los brazos alternativamente con movimientos sesenteros mientras agitaba de forma estúpida la cabeza y no lo hice hasta que no acabó la canción. Y es que yo, era dueña y consciente de mis actos en todo momento. :)


jueves, 2 de julio de 2009

Abuelito dime tú

Mola sentarse delante del ordenador con la firme intención de escribir algo (aunque aún no sepas qué), acompañada de la ténue luz de una lamparita y a la espera de que la inspiración llegue para poder dejarte de tanta gilipollez e ir al grano...
A mí por lo menos me hace sentir importante o mejor dicho, hace que parezca que, el hecho de escribir una humilde entrada de blog redactada por una simple aficionada, tiene encanto. Definitivamente, el crear ambiente y tener la convicción de que los escritores importantes lo hacen de esta forma, merece la pena.

Minutos después de haber escrito el párrafo anterior, creo que lo que podríamos llamar inspiración ha llegado y he decidido contar algunas anécdotas. Pero claro, para eso primero he de poneros en situación, para que os orientéis cronológicamente y entendáis cada palabra de la historia.

Veréis, todo empezó cuando, El Día de mi Comunión...






Es broma.

Me remontaré tan sólo un poco y lo haré muy brevemente (creo. Según vaya escribiendo, veré si me recreo más o menos; todo depende de la cantidad de bromas por segundo que pueda introducir).

Como ya he comentado en entradas anteriores, mi familia vive en Murcia y, al estar allí durante un par de semanas, he tenido ocasión de recordar algunas cosas muy divertidas protagonizadas por mi peculiar abuelo.

Se llama Pedro aunque en el pueblo (y su mujer también) le llamen Perico. Tiene 90 años recién cumplidos y muchísima energía. Más o menos la misma que mala hostia. Tiene un carácter muy muy fuerte y, si además a eso le añades que nunca fue al colegio ni recibió una educación, imagináos lo difícil que resulta a veces comunicarse con él... Bueno, puede que ser sordo también dificulte de algún modo la misión pero, lo mires como lo mires, es difícil convencerle de las cosas más racionales y razonables. Es cabezón, qué se le va a hacer.
Pero, a pesar de todo esto, es una de las personas más generosas y desinteresadas que conozco. Tiene un corazón de oro y, además de espléndido con su famlia y con todos, es una bellísima persona. Es de esos hombres que te agradecen un favor toda la vida. Jamás lo olvidará y siempre hará todo lo que pueda por ti, cueste lo que cueste.

En una ocasión nos enseñó contentísimo sus gafas nuevas y nos contó que se la había jugao al de la óptica. Decía que estaba harto de tener que graduarlas cada dos por tres dejándose un cojón y medio y que, la última vez, fue con un plan. Resulta que, cuando el oculista le pregutaba por las típicas letritas del cartel para averiguar lo que veía y lo que no, él decía a todo que no para que le pusieran mayor graduación y así le aguantaran más tiempo las que le dieran...
Así que claro, el hombre decía que cada vez que veía los toros en la tele, parecía que le envestían él.

Otra de sus manías es la compra. Sabe con exactitud todo lo que hay y deja de haber en la nevera. Si cambias algo de lugar, estás perdido. Es él quien se encarga de ir al supermercado y tiene un control absoluto sobre los productos y los precios habituales. Tanto es así que una vez fue al Carrefour y, al ver en oferta los yogures (danones los llama él), las natillas, los flanes y todas esas cosas que normalmente se toman de postre, llenó dos carritos hasta arriba para aprovecharla. ¡Dos carritos!
Repartió flanes entre todos los nietos (gracias a Dios estar a 400km de distancia en esas circunstancias tiene sus ventajas). Mis primos dicen que, durante meses, cuando abrían el frigorífico sólamente podían verse lejas y lejas llenas de flanes. Algunas incluso con varias filas...
Esa época fue muy divertida porque, siempre que algún invitado pisaba "las casas de los flanes", se le ofrecía alguno.

- ¿Quieres un whisky?
- ¡Sí!
- Pues toma, un whisky y un flan.

Flan con nata, flan con frutas, flan con flan y flan, flan con galletas... Y todavía tuvieron que tirar más de una docena.

De hecho, mi abuelo mismo estaba tan cansado de la desmesurada cantidad de postres que compró que inventó un truco para sacerles el mayor partido antes de tirarlos (tenía que tirarlos, claro. Era imposible comérselos todos antes de que caducaran...). Como cargó en abundancia también con unas natillas de chocolate que por lo visto llevaban arroz (un arroz que además no le gustaba porque estaba duro), una mañana se puso manos a la obra, las abrió todas, las vació en un cazo, las calentó y, cuando el chocolate estuvo lo suficientemente derretido, puso un colador sobre un vaso, cogió el cazo, vertió las natillas y se bebió el chocolate dejando el arroz sobre la tela agujereada sin que supusiera un obstáculo...

Sé que hay muchas historias más de este estilo pero estoy pensando y ahora mismo no recuerdo ninguna así que, habréis de conformaros con éstas, que no creo que sean pocas.

martes, 30 de junio de 2009

Deseos

El otro día estuve cenando en casa de mis primos con ellos y con sus amigos. Mi primo vive en Murcia (al igual que el resto de mi familia), tiene treinta y alguno y está casado con una de mis mejores amigas.


Nota: se convirtió en mi mejor amiga mucho tiempo después de que se conocieran.
Nota 2: no acostumbro a ir a cenar a Murcia para amanecer al día siguiente en Madrid... Es que estaba pasando allí unos días.

Durante la cena hablamos de muchas cosas (sobretodo del amor) y descubrí que las conversaciones entre treintañeros respecto de ese tema distan mucho de las que estoy acostumbrada a escuchar. Se hablaba de sentimientos (cuando normalmente los hombres hablan de sexo) y, aunque evidentemente hubo más de un comentario caliente, en general, el balance que hago es que fue una conversación cargada de romanticismo y humor.

Como no se me permite escribir esta entrada dando los nombres reales de las personas que estuvieron presentes, para no hacernos un lío pondré pseudónimos que a la vez servirán para descibriles:

Mi prima sería Carrie; mujer de ciudad, ingeniosa, glamurosa y atractiva.
Mi primo sería Miranda; mejor amiga de Carrie, trabajadora, independiente, pragmática, calculadora, sarcástica y ácida.
Uno de los amigos sería Samantha; básicamente se tira a todo lo que se mueve hasta que se enamora y surge el conflicto... (Y el tema de conversación de toda la noche, dicho sea de paso).
El otro amigo sería Charlotte; la romántica con ganas de vivir una vida de familia. Mucha humanidad y ninguna maldad.
Y yo soy el extra que sale en algún que otro capítulo pero, como comprenderéis, no voy a ponerme un pseudónimo...

A lo largo de la velada, una de las cosas con las que más me reí (y el tema principal de esta entrada después de to el rollo que os he soltao) fue con una historia que contó Charlotte a cerca de "La virgen del pasico". Dice que hace más de 100 años alguien encontró un tronco de cerezo que se conserva intacto en una urna porque, por lo visto, es sagrado y milagroso. Cuenta que si pasas un clavel por el cristal y pides tres deseos, uno de ellos se te concederá.

*He de decir que Chalotte no estaba muy segura de que eso que me estaba contando fuera así exactamente y desde aquí le digo que hacía bien en no estarlo porque lo he mirado en internet y no tie na que ver con la historia real... Pero bueno, dicho esto:

nos contó que cuando era pequeña, su familia estaba pasando un mal momento económico y que todos (sus herma@s incluídos) decidieron ir al tronco a pedir que este aspecto mejorase. Para que el deseo fuese concedido sí o sí, acordaron pedir como deseo común que su padre encontrara un trabajo. A la semana siguiente, a su padre efectivamente le dieron un trabajo y Charlotte comentaba que, claramente, el deseo se le debió conceder a ella porque, a estas alturas de su vida, de los otros dos no ha vuelto a saber nada...

Esto me recordó también algo que mi padrino me contó una vez. Dice que, cuando era un niño, su madre le dijo que irían a La Fuensanta (una de las ermitas de Murcia) a agradecer al señor un deseo que había sido concedido. En principio, ese adorable niño estaba entusiasmado porque un taxi les estaba esperando en la puerta de su casa para llevarles a su destino y eso, en aquella época, no era algo muy común... No sabía qué pasaba pero, evidentemente, algo pasaba y además parecía importante. El taxi les dejó al principio de la larga, empinada, tortuosa y pedregosa cuesta que va hacia el Santuario y, nada más bajarse, su madre le dijo que se pusiera en las rodillas unas almohadas que había estado cosiendo y preparando durante todo un año porque habría de subir dicha cuesta arrodillado...

La cara de asombro de mi padrino no debía tener precio y, aunque le preguntó muchas veces, todavía no sabe qué puto deseo pidió su madre.

Conclusión: si a mi madre se le ocurre hacer eso, espero que el deseo no fuera importante.

Yo de momento voy a pedir un buen novio y a cambio (si se me concede antes de que muera de vieja o de algo peor), prometo dejar de beber Coca-cola durante un año. ¡Bueno, no! ¡Mejor! Prometo que mi padrino subirá por última vez la cuesta de La Fuensanta...

Con los codos.

(Ahora está muy bien asfaltada...).

Y me comprometo personalmente a hacerle los protectores.

martes, 9 de junio de 2009

Pocholo a mi lao sólo es un principiante... He dicho.

Este fin de semana he ido a las fiestas de Getafe (como el fin de semana anterior) así que, además de decir lo cansada que estoy (es lo que tiene el sueño atrasao), voy a resumir cronológicamente en tres cosas lo que sucedió esta última vez.

Nota: a ver, quien dice resumir, dice esquematizar los sucesos... No voy a engañar a los lectores como los de Telecinco hacen con la audiencia. Que te anuncian durante una semana que Risto Mejode irá a "Sálvame", tú te lo crees, haces un esfuerzo sobrenatural y luchas con todas tus fuerzas por no dormir la siesta el día en cuestión después de una comida copiosa mientras el sueño y el hábito diario que has adquirido a lo largo de tu vida resuenan en tu cabeza y te dicen de forma muy sugerente "Mery, has de reposar" y luego resulta que Risto no es Risto sino un muñeco con su apariencia...
Es indignante y no pienso hacer lo mismo. Por ello me retracto de la palabra mal empleada con anterioridad y además reconozco que me resulta imposible escribir (lo que no quiere decir que lo sea; simplemente cuestiono mi capacidad para contar brevemente las cosas) sobre cómo fue mi viaje en autobús sin explicar previamente su recorrido pues, si no lo hago, no podéis entender lo que sucedió... Y, como con el autobús, con todo lo demás. No puedo resumir la historia más; carecería de sentido...

Bien, el autobús al que subo para ir a la calle principal de Getafe pasa primero por El Sector III y después se va hacia Madrid así que, básicamente:

1. Cuando iba en el autobús, me di cuenta de que no estaba haciendo el recorrido habitual y me convencí de que sería por las obras. En principio así era pero, cuando un señor subió y el conductor le preguntó "¿a Madrid, verdad?", observé que algo no iba bien. Únicamente podían pasar dos cosas: o que sólo quedaran un par de paradas en Getafe y después se incorporaría a la carretera que va hacia Madrid (el señor no iba a coger un bus para Getafe quedando sólo dos paradas) o que sólo quedara UNA parada en Getafe y después se incorporaría a la carretera que va hacia Madrid (el señor no va a coger un bus para una sola parada).

Entonces fue cuando descubrí que estaba jodida. Yo pensaba que, aunque no hiciera el recorrido habitual debido a las obras, la segunda mitad del trayecto sería la de siempre porque así es como es siempre que hay obras... (Las obras siempre son en el mismo sitio, ¿vale?) Así que, al oir eso y llegar a todas esas conclusiones sobre las paradas en décimas de segundo (yo es que soy una bala atando cabos), me levanté corriendo hacia el conductor y le pregunté:
_ ¿Es que ya no pasa usted por la calle Madrid? (La calle principal de Getafe).
_ No. (Me respondió). Hemos cambiado el recorrido por las fiestas...
_ ¿Por las fiestas? ¿Y qué hay de las obras? ¿¡Es que ya nadie cambia los recorridos por las obras!? ¡Maldita sea! ¿¡Y qué hago ahora!? (Mis sombras de ojos azul turquesa ya no dulcificaban tanto mis facciones).
_ Pues bájate aquí y vas por esa calle todo recto hasta llegar a la estación de Getafe Central...

Vale. Por fin una frase que me resultaba familiar: estación Getafe Central. Me explico. Yo no salgo casi nunca de fiesta (excepto estos dos últimos fines de semana) así que no conozco mi ciudad porque, cuando me muevo por ella, voy en transporte público y cojo el que más cerca me deje del lugar al que quiero ir así que no estoy acostumbrada a patearme las calles... (Sólo conozco a la perfección los lugares más significativos y esa estación lo es). Por eso esa frase era tan importante. Porque tú me sueltas ahí, donde se encontraba el autobús, a la una de la madrugada y sin decirme esas tres palabras y me muero de un infarto porque no sé dónde estoy. Pero, sabiendo eso, me limité a seguir el gran palo rojo con el símbolo de Renfe hasta que llegué y esperé a que llegaran mis amigas (os recuerdo que yo había quedado en otro sitio). Superado esto:

2. A mitad de la noche, en plena calle y mientras disfrutábamos de un buen ambiente, vemos que una manada de seres humanos se dirige corriendo despavorida hacia nuestro grupo. ¿Qué pasa? (Nos preguntamos). Acto seguido, vemos que también se dirigen hacia nosotros un grupo de cinco tíos pegándole una paliza a otro... Entonces lo entendimos y decidimos correr como una manada de seres humanos en peligro de extinción para evitarles pero la curiosidad mató al gato. Era demasiado tarde. Los jóvenes agresivillos me llevaron por delante golpeándome LIGERAMENTE en un brazo. Ante esa situación, me agarré a una señal de tráfico (aunque no sin antes insultarles con mi cruel retórica... Pues todos sabemos que eso, doler a lo mejor no duele, pero desmoraliza que te cagas) y esperé rezando agazapada (mientras me cubría la cabeza y rodeaba con mis brazos el ceda el paso) a que pasaran de largo. Afortunadamente, los chavales tenían muy claro a quién pegaban y se limitaron a cebarse con él (siempre hay daños colaterales y algún codazo te llevas pero, evidentemente, no tenían ninguna intención de convertirme en su objetivo). La que no tuvo tanta suerte fue una de mis amigas... Cuando logré desposeerme del espíritu del oso y el madroño, la echamos en falta. La buscamos y, cuando la encontramos (después de que el susto pasara), nos contó que se la habían llevado por delante hasta acorralarla contra una verja a medio metro de los agresores y del agredido. Tampoco le pasó nada aunque, por lo que dice, estaba convencida de que alguna patada se llevaba... La policía llegó, todos nos tranquilizamos y pudimos seguir la fiesta con normalidad. Y para terminar y no dejaros con mal sabor de boca:

3. A las 7, cuando ya esperaba al autobús para regresar a casa (esta vez sabía que pasaba por ahí porque había visto cómo se iba uno sin mí), me llama una amiga para decirme que le haga una perdida cuando llegue a casa para saber que estoy bien y, mientras charlamos, veo que un chico, en la acera de enfrente, se separa de su grupo de amigos, se para a mi altura y me mira. Acto seguido, se lleva la mano a la oreja (como si estuviese sujetano un teléfono mvl) y, al ver que se rascaba la nariz justo después de hacerlo yo y que se pasaba la mano por el pelo justo después de haberlo hecho yo, me huelo que es posible; que hay alguna probabilidad (por remota que parezca) de que esté imitando mis gestos... Así que me río y se lo comento a mi amiga. En vista del panorama, decido gesticular mucho muy deprisa y veo que él intenta seguirme el ritmo. Lo consigue y lo hace muy bien y, cuando se cansa, me grita desde ese lado de la calle:
_ ¡Dame tu teléfono!
Y le digo:
_ ¡No, lo siento! ¡Lo estoy utilizando!
Él se ríe y, antes de poder decir nada más, un autobús pasa por delante de él (no es que le atropelle; él estaba detrás de la valla... Es que había tráfico y la circulación interrumpió el momento). Cuando ha pasado, se hace un silencio y, sus amigos, le dicen desde la marquesina:
_ ¡Tío! ¡Vamos!
Él se despidió haciendo un gesto con la mano (como no podía ser de otro modo), yo le respondí de la misma forma y después se subió al autobús para irse (evidentemente, en dirección contraria a la mía).

FIN.

(Mentira) Nota: vaaale... Puede que lo de que Pocholo a mi lao es un principiante sea algo exagerado.

miércoles, 3 de junio de 2009

Garnier pa liar, Garnier Ideal.

El otro día fui a comprar espuma para el pelo. Yo normalmente lo llevo liso pero para el verano me apetecía llevarlo rizado porque es más cómodo para los días de Warner (que son muchos), piscina y calor.

El caso es que hace años lo llevé así pero se ve que he perdido la práctica y, sinceramente, tuve muchos problemas a la hora de seleccionar el producto adecuado...

Llego a la estantería de la sección de espumas (evidentemente) y me voy concretamente a la de Fructis.

Una vez allí, leo que en uno de los frascos pone: espuma rizos definidos.

Pues ya está, ¿no? Ésta está bien... Claro, yo veo eso y me digo: María, coge esa porque tú quieres que el rizo sea definido... Así que ilusa de mí, estiro mi brazo, firme y decidida a llevarme ese frasco cuando, por el rabillo del ojo, veo que justo al lado hay otro en el que se puede leer: espuma rizos marcados.

¡Hostia! ¿Y ahora qué? ¿Quiero los rizos definidos o quiero los rizos marcados? Debe de ser importante la diferencia porque si no, no sacarían dos frascos distintos...

Así que miro los de alrededor para ver si algún otro me saca de dudas y me ayuda a comprender pero, para más inri, no sólo no me ayuda sino que me lía más porque observo y veo: espuma ondas marcadas.

¡Anda mi madre! ¡No es lo mismo ondas que rizos! Estoy perdiendo mucho como mujer y como persona, eh... Ya no sé si quiero rizos u ondas. Me paro a mirar la letra pequeña. "Espuma ondas marcadas define y marca las ondas". Vale. De éste sabemos que las marca y las define. Guay. Pero... son ondas, no rizos... Sigo leyendo. "Resultado natural, con movimiento. Cabello sano y brillante". Sí. Eso me convence. Definitivamente. ¿Quién no quiere poder mover con naturalidad el pelo? Y, si encima brilla y está sano, ¡mejor que mejor!

Pero, por curiosidad, voy a mira los otros frascos porque ahí debe de estar la diferencia, tonta l' aba.

Miro la letra pequeña de la espuma rizos definidos y leo: rizos vivos y elásticos. Anti-encrespamiento 24h. Cabello sano y brillante. Jooder. Es que ésta es anti-encrespamiento... Eso son muchos puntos a favor, claro está. ¡Y encima dura 24h.! ¿Eso será mucho o poco? Y, en la que no pone nada, ¿significa que dura más o menos de 24h.?

A ver, Mery, mira con atención la espuma rizos marcados y decídete. "Moldea y mantiene el peinado aportando volúmen y sin acartonar". ¡Puf! ¡Fíjate! ¡No acartona! Es que eso es importante también...

Mira, está claro que un profesional se reiría de ti por no conocer la diferencia entre rizos y ondas y marcados y definidos pero, como tú no eres profesional y no tienes obligación de saberlo, escoge una con indiferencia como si supieras lo que haces y listo.

Y eso es lo que hice. Al final ganó la espuma ondas marcadas y, de momento, mi pelo está... ¿bien?

Es lo que tiene la ignorancia, que luego sales de cualquier forma a la calle. Pudiendo yo llevar un pelo rizadico y definido, tengo que conformarme con las puñeteras y simples ondas marcadas.

(Esta industria del cuidado capilar nos viene grande a todos... Nos sueltan ahí; al mercao, sin preparación y sin na como el que suelta carne cruda a los lobos. Sin miramento ninguno. Y si no sabes que espuma coger, te jodes...).

martes, 19 de mayo de 2009

Un chicle de menta para una chica demente

Quiero reconocer ante todo que me avergüenzo sobremanera de lo que me proporcionará un material de primera para redactar esta entrada.

Además es de esas cosas que te hacen sentir ridículo incluso estando solo en una habitación. De hecho, yo no puedo evitar insultarme, sonreirme y golpearme a mí misma con la mano en la frente cada vez que lo pienso.

Una tarde fui con mi madre al cine y, mientras ella sacaba las entradas, yo decidí ir a comprar unos bocadillos. Me puse a la cola, esperé mi turno, llegó y esperé de nuevo hasta que me trajeron lo que había pedido.

Mientras tanto, un señor que había a mi lado tomando un café de pie junto a la barra me saludó. Debía tener unos 35 pero claro, después de conocer el desenlace de todo, ya no puedo asegurar nada...

- Hola (me dijo con voz de tío interesante y sabiondo).
- Hola (le respondí con voz de notehagaselinteresante,gañán después de examinarle de arriba a abajo para asegurarme de que no le conocía).
- ¿Quieres un café?
- Pues no, gracias. No me gusta el café (es cierto pero, cuanto más borde e inaccesible pareciera yo, mejor; cualquier excusa era buena).
- Y... ¿un chicle de menta?
- Menos; acabo de pedir un bocadillo.
- ¿Cómo te llamas?
- ¿En serio piensas que estoy dispuesta a contestarte? Para ti el lenguaje corporal es una mera leyenda, ¿verdad?
- Entonces, ¿no me dejas invitarte a nada?
- Oye, ¿por qué no te vas a acosar a otra, pesao?

Y con las mismas cogí mis bocadillos (me los acababan de traer) y me fui a reunirme con mi madre. Enseguida se lo conté, claro y juntas bromeamos sobre lo mal que lo pasaría si fuese a ver la misma peli que nosotras y nos tocara en el asiento de al lado o algo así.

Bueno pues, después de todo, entramos en la sala, nos acomodamos en nuestras butacas y acto seguido vemos aparecer al tío que me había estado hostigando hacía sólo diez minutos.

Pero, para nuestra sorpresa (y seguramente la de todos vosotros), no estaba solo. Iba en un grupo con más señores (más o menos de su misma edad) y una chica joven al frente; encabezándolo, que muy amablemente les hablaba sobre la peliculita que iban a ver. Era cariñosa y simpática con ellos y, por lo que pudimos ver, estaba a cargo de todos... Les ayudó a encontrar sus asientos y les acompañó hasta ellos de uno en uno. Una vez sentados (y lo que me sirvió como prueba definitiva e irrefutable de lo idiota que puedo llegar a ser), ella les preguntó muy animada:

- ¿Vamos a ver esta peliculita y a pasarlo bien?

Y todos (incluído el acosador), respondieron que sí ilusionados mientras aplaudían y botaban de alegría y emoción sobre sus asientos...

Para el que todavía no lo tenga claro, eran un grupo de personas discapacitadas y la verdad es que a quien menos se le notaba de todos era al del chicle y el café.

¿Qué queréis que os diga? Me sentí fatal y mi madre se rió de mí durante tooda la tarde. Pero eso sólo fue hasta que llegamos a casa. Entonces se rieron de mí ella, mi hermano y mi padre durante tooda la tarde y yo me fui a llorar del sentimiento de culpa que tenía.

En serio, no se lo noté. Normalmente hay algún rasgo en la cara que te hace darte cuenta de esas cosas inmediatamente pero, en su caso, no lo había.

En fin, supongo que en ese grupo faltaba yo y sólo espero que esta entrada me sirva de redención para dejar de sentirme mal por aquello.

martes, 12 de mayo de 2009

Ni Goopy Goldberg en "Sister Act"...

A ver, voy a redactar esta entrada con toda la dificultad del mundo sólo para que José M. se quede tranquilo... José M., va por ti:

Este sábado he tenido una comunión. Recuerdo haber madrugado para arreglarme (no os digo la hora para que no os de un infarto de miocardio al leerlo), recuerdo haberme arreglado, recuerdo haber preparado mi mini bolso de fiesta con las cosas más necesarias e imprescindibles tales como el colorete, su brocha, la raya de ojos y el pintalabios y recuerdo, sobre todo, haber pedido a mi padre que llevase mi mvl en el bolsillo de su chaqueta porque en mi bolso ya no cabían más cosas necesaias e imprescindibles.

A las 12:00h. de la mañana ya estábamos todos en la iglesia. Mis primos iban a comulgar así que, como es lógico, el cura había comenzado el sermón y los invitados (prestando o fingiendo que prestábamos atención) guardábamos silencio; como Dios manda. (Esto último que conste que ha sido un gag; un guiño premeditado acorde con la situación ;) ).

Yo me coloqué en el tercer banco de la izquierda y mi padre se quedó al fondo, de pie, con la mayoría de agnósticos y ateos (yo también soy atea pero soy más cotilla que otra cosa y quería sopar y enterarme de todo lo que sucediera desde una buena posición).

A las 12:04h. exactamente, el cura cesa en su misión de hacernos conocedores de los inescrutables caminos del señor cuando un sonido estruendoso y obviamente inoportuno le interrumpe alterando la paz de la pequeña ermita...

Automáticamente supe que "River deep, mountain high" de Celine Dion no era una de las canciones del repertorio del coro sino la melodía de mi mvl. Mvl que mi padre llevaba en su bolsillo y que, siendo el mismo modelo que el suyo, no fue capaz de apagar hasta bien entradita la canción.

Todo el mundo se dio la vuelta para mirar con mala cara al impresentable que se había olvidado de apagar el mvl en una ceremonia tan importante para dos críos inocentes y entrañables que estaban celebrando junto a sus seres queridos el que hasta entonces sería el día más importante y feliz de sus vidas mientras por sus cabezas, seguamente, rondaba la frase "tú no deberías ser el protagonista"...

Según el testimonio de mi padre, eso vibraba tanto que se salía solo del bolsillo.

Además, el volúmen estaba a tope y es un mvl bastante nuevo así que el sonido es prácticamente impecable.

Él sólo recuerda haber levantado la mirada y haber visto a un montón de gente dada la vuelta, mirándole pero lo cierto es que dejó de ser el centro de atención cuando yo empecé a reirme a carcajada limpia sin poder parar.

Entonces se giraron de nuevo para mirar al principio de la iglesia y poder ver quién era la de la risa floja y descontrolada así que supongo que con eso su reputación quedó intacta.

Obviamente, a la salida se encargó de que quedara claro que el error había sido mío y que él era inocente de todo cargo pero, aún así, fue la gran excusa del día para poder reirnos de alguien; así somos nosotros. :)

Ésta es la famosa canción y se la dedico a mi padre. Un beso, ¡escandaloso!

* Imagináos esa pedazo de intoducción musical rockera quebrantando la armonía de la iglesia... Fue genial, la verdad. A mí sólo me faltó quitarle el micro al cura para ponerme a cantar y a bailar. De hecho, me extraña que nadie me pidiese que se la pasara para tenerla también como politono...


domingo, 26 de abril de 2009

Se me han cruzado los cables

¿¡Qué me pasa a mí últimamente con los cables!?

Lo del cargador de mi móvil lo entiendo; fue muerte natural. (Es natural que deje de funcionar si el perro lo ha mordido y dejado en carne viva) pero, como amputamos y cicatrizó, la verdad, pensé que sobreviviría...

Al dejar el cable pelao con una brecha en todo el centro no hacía bien el contacto así que mi tío cortó para sanear y empalmó y el cargador volvió a funcionar pero claro, si luego llego yo (iba con prisa, con mucha prisa) y tiro de él justo por donde estaba la cinta protectora adesiva para sacarlo de debajo de la mesa y el pobre se engancha con la misma tropezando con una de las patas, pasa lo que pasa...

Me quedé con la punta de la clavija y la cinta adesiva en la mano mientras el resto del cargador se quedaba en el suelo con los cables despeluchados.

Vaale... Ya tengo otro y ya puedo cargar mi móvil pero, ¿qué hay de la batería del ordenador?

Yo creo que esta vez el perro no ha tenido nada que ver y se debe más bien a que, como es un portátil y está todo el rato pa' allá y pa' acá, el cable se ha retorcido demasiado justo por donde se une con la clavijita y se está empezando a pelar. Entre la clavija y el cable hay un fuelle para dar más movilidad al cable... ¿Para qué coño quiero yo que el cable tenga movilidad? ¡Y menos por esa zona! Bueno, a lo mejor no es para eso pero, en cualquier caso, ¿es que no saben el trajín que me traigo yo con los cables? Qué poca vista tienen estos queremosserigualdericosqueBill. (Harían cualquier cosa porque regresaras a la tienda a por un cable nuevo).

Hasta ahora he encontrado la forma de que se quede quieto y el ordenador se cargue poco a poco pero claro, estar sujetando y haciendo presión hacia la computadora mientras escribes con una sola mano no es muy cómodo que digamos...

De vez en cuando parece que coje bien la postura y se queda quieto pero, ¿cuánto durará?

Es una ansiedad tremenda saber que algún día fallecerá y no saber cuándo.

Si lo supiera, podría planear algunas cosas (como comprar un cable nuevo con una fecha límite (yo lo dejo todo para el último día)) pero, así, ¡es estresante!

Le dedico unos cinco minutos al día para que se quede como quiero, me alejo con cuidado como si de un campo de minas antipersonas se tratase para no tocar nada y, cuando lo he conseguido, me doy la vuelta para ver si sigue como lo dejé y me encuentro con que la lucecita azul se ha apagado. (Supongo que torcido y pillado con la base del ordenador no es su postura natural). El cable vuelve solo a su naturaleza y yo a la mía (a colocarlo de nuevo).

Hoy es domingo. No creo que nadie abra la tienda para dejar que yo compre un cable nuevo para la batería de mi ordenador pero prometo que, si aguanta el día de hoy, mañana sin falta compro uno nuevo.