domingo, 10 de febrero de 2008

El diario de Bridgett Jones

El otro día decidí hacer un monedero como manualidad, para lo cual necesitaba papel de regalo y cartón-pluma. El cartón-pluma es un material que, como podréis imaginar, es similar al cartón... Tiene el mismo grosor pero es más ligero y de color blanco. Después de este cursillo acelerado sobre la complejidad de un material como el cartón-pluma, os diré para más información que lo venden en distintos tamaños y que yo preferí comprarlo del tamaño de una cartulina grande...
Si a eso le añades los 3 rollos de papel de regalo que compré en los chinos (no sabía cuál elegir) y el rollo de forro de libros que iba a necesitar, te juntas con: una cosa rectangular y enorme que no te permite cogerla con la axila y con la mano de un mismo brazo (porque no te llega) y un montón de cosas redondas y largas lo suficientemente grandes como para que se te salgan de una bolsa y lo suficientemente escurridizas como para llevarlas bajo el brazo...
El caso es que como todas estas compras las hice cuando salía de clase, además de todo lo anterior, llevaba también la mochila con los libros... Pero no es una mochila normal de esas que se llevan a la espalda con sus dos asitas y todo eso... No. Es de esas que se llevan colgadas de un sólo hombro como si fuese un bolso. Vamos que, si la llevas colgada en el hombro derecho, tienes que ir inclinado hacia el lado izquierdo para que no se te escurra constantemente.
Yo me tengo que mover en transporte público (en autobús, más concretamente) así que me imagino que, si teneis una imagen mental de todo lo anterior, ya os estaréis haciendo una idea de lo que voy a contar...
En la mano del brazo donde llevo colgada la mochila, la bolsita de los huevos con los rollos de papel saliéndose casi en su totalidad (sólo cabía en la bolsa una cuarta parte del largo que ocupan...) y, en la otra mano, el cartón pluma que no puedo llevar con el brazo relajado porque sino me da en los pies... Llevaba cosas que no pesaban pero que hacían mucho bulto y que además eran incómodas de llevar.
A ver quién es el listo que, con todo esto y en plena zona de carga y descarga para los camiones, se pone a hacerle señas al autobús para que pare sin que piensen que le está dando un ataque de epilepsia y con cuidado para que no lo atropeyen... Pues bien, ese listo, soy yo (sólo que no parecía tan lista...).
A lo lejos, el bus. Y yo, a hacer señas con el cartón-pluma... Se para. Casi delante de mí. Abre las puertas. Me subo como puedo levantando el cartón-pluma para no dar con él en los escalones. LLego a la zona del conductor. ¡Por fin! Apoyo el cartón en el suelo y, sin querer, también en las piernas del conductor. Poco a poco se va escurriendo hasta que se tumba en el suelo. Mientrastanto, me meto la mano en el bolsillo para sacar el bono bus. Me doy cuenta de que está en el otro bolsillo. Dejo la bolsa con los papeles de regalo. Me coloco bien la mochila en el hombro. Meto la mano en el otro bolsillo. ¡Por fin! Saco el bono bus. Lo meto en la cajita esa que pita. Pita. Lo guardo en el bolsillo. Me coloco (otra vez) la mochila en el hombro. Cojo la bolsa. Cojo el cartón y me dirijo hacia el fondo del autobús en busca de un asiento libre. ¡Por fin! Lo encuentro. Y... cuando voy a dejar las bolsas en el asiento de fuera para sentarme en el de la ventanilla, el autobús arranca... Se me salen los rollos de papel de la bolsa. Me agacho a recogerlos (no sin antes dejar el cartón-pluma en el asiento y colocarme de nuevo la mochila, claro está...). Todo el mundo me mira. Hay gente detrás de mí que está esperando a que me quite de en medio para ir en busca de su asiento. ¡Por fin! Recogí los rollos, dejé la mochila y el cartón y me quité de en medio... Pero ahí no acaba todo. Cuando voy a pasar por delante del asiento del pasillo para llegar al de al lado, le doy un ligero toque al cartón pluma y éste se escurre para abajo una vez más. Al suelo. ¡Por fin! Me siento y lo recojo...
La conclusión es que si tuviera que escoger un personaje cinematográfico con el que me sintiera identificada, ese día, como tantos otros, habría escogido el de Bridgett Jones...

Atrápame si puedes

Ayer, mi madre y yo decidimos ir a Media Markt a comprar alguna peli barata por no irnos a Getafe centro al videoclub... (Hay que ver qué cara sale la pereza...) Y, cuando vamos a aparcar justo al lado de una camioneta blanca, vemos cómo un hombre lanza un objeto bajo ella interrumpiendo nuestra maniobra. Acto seguido sale corriendo y ambas, asombradas, nos preguntamos qué le pasaría. Justo antes de poder ponernos a elucubrar las posibles soluciones, la respuesta se descubre al ver a dos vigilantes del comercio persiguiendo al tío.

Yo, Juez Drez, me di cuenta de que había robado algo y decidí tirarme del coche medio en marcha y peseguir al ladrón para poder atraparle antes de que fuera demasiado tarde... Por fín le alcancé, le detuve y, con una llave de yudo, le retuve en el suelo. Los seguratas llegaron enseguida y, gracias a mí, lograron atraparle...

No cuela, ¿verdad? Ya. Me lo imaginaba... Sólo quería ver cómo sonaba y tal pero ya veo que mal...

La realidad es que, cuando el ladrón salió corriendo (eso sí sucedió de verdad), uno de los policías se agachó a por la prueba del delito mientras el otro perseguía al culpable. Al final le atraparon y, lo más heróico que hicimos mi madre y yo además de mirar el espectáculo que se formó, fue comprar la película de Next y decirle a un señor que pretendía colarse (y que al final se coló), que respetara el orden de la fila...