martes, 4 de noviembre de 2008

Polis y cacos

Quizás mi reputación se vea perjudicada por lo que voy a contaros pero tengo que hacerlo si quiero hablar de lo que me ha pasado hoy... No es tampoco estrictamente necesario, ¿no? pero voy a aprovechar y a utilizar esta entrada como símbolo de redención.
El otro día llevé a cabo un robo. Sí, he de reconocerlo. Sé que está mal pero así es.
Atraqué un banco, robé en una joyería y asalté a una anciana en plena calle.
No; eso son tres. Lo cierto es que no fue un robo propiamente dicho sino un hurto y... tampoco al 100% porque la definición de hurtar es apropiarse de algo ajeno contra la voluntad de su dueño sin utilizar la violencia y la verdad es que el dueño no se enteró. Tal vez de haberse enterado hubiese estado de acuerdo... (pero eso ya no lo sabremos).
La cosa es que me fui de compras a una tienda (comprenderéis que no mencione el nombre) y llevaba puestas unas medias debajo de los pantalones y mis botas forradas (por fuera y por dentro) de pelito. Pero claro, después de dos años sobando el pelito con mis pies, más que pelito parecía esparto y, después de estar horas probándome ropa en un probador estrecho, con la calefacción a tope y abrigada hasta las trancas porque en la calle hacía frío, como que las medias empiezaron a sobrarme... Se mueven de su sitio, se bajan, se retuercen, se pegan, arañan y, cuando estás acalorada, no hay quien las suba así que decidí quitármelas y terminar con el problema. Pero... no terminé con el problema. Y no sólo no terminé con el problema sino que mi decisión me condujo directamente hacia el lado oscuro de la vida; me introdujo en un camino que pocas veces muestra un retorno; me impulsó a cometer un delito.
Así es amigos... Parece mentira que decisiones como quitarse o no unas medias puedan convertir a una buena persona en una persona despreciable y ruín.
Robé unos calcetines.
Hurté unos calcetines. (Pese a ser despreciable y ruín, me gusta llamar a las cosas por su nombre).
¿A que con todo lo anterior, lo mío pierde importancia?
Cuando terminé de probarme todo lo que quería guardé las medias en el bolso, me puse los pantalones y después, sin nada más, mis botas. ¿Sabéis lo que es caminar sobre el esparto? Es muy incómodo y aún me quedaba un largo trayecto por recorrer (el centro comercial es enorme).
Así que me dirigí (incómoda, incomodísima) a la sección de calcetines. Vi unos que costaban menos de un euro y que eran mi número. Eran feos, muy muy feos. Eran de Spiderman. Seguro que nadie los hubiese comprado. ¡Les hice un favor retirándolos del mercado!
(Me hacían falta). Estaba de mala leche porque era de esos días en los que vas buscando algo concreto y hay de todo menos de lo que buscas y, si lo encuentras, o no es tu talla, o está defectuoso o, o, o la vieja de delante acaba de coger el último para su adorada nieta... Y, para colmo, no llevaba monedas sueltas. No iba con intención de rob..., de hurtarlos pero sólo llevaba un billete de 50 euros y no iba a cambiarlo por unos calcetines de un euro... Sé que muchos de vosotros (si no todos) diréis: y, ¿por qué no? Y yo os diré... os diré...
¿Sabéis lo que es caminar sobre el esparto? Además estaba de mala leche porque era de esos días en los que vas buscando algo concreto y hay de todo menos de lo que buscas y, si lo encuentras, o no es tu talla, o está defectuoso o, o, o la vieja de delante acaba de coger el último para su adorada nieta...
Me metí en el probador, me puse los calcetines (¿he dicho que eran muy feos?) y me calcé las botas. Ni siquiera llevaban alarma... Sólo estaban metidos en un cartón que tenía como dibujo a un tío disfrazao de Spiderman... Incluso cogí los menos estilosos para no disfrutar con el delito. Porque podría haber dicho: ya que hurto, hurto bien... ¡Pero no! Cogí los más baratos y los menos políticamente correctos a los ojos de la moda actual para no encontrar placer en comportamientos como ese...
Cuando me iba (ya muy cómoda), al pasar por el detector que hay a la salida sudé pensando en que a lo mejor, los calcetines llevaban una alarma oculta que el ser humano era incapaz de percibir como trampa para clientes que piensan que, un euro, no es nada pero... no pité. Si hubiese sido un detector de pulsaciones, después de hacerlo explotar, se habrían abalanzado sobre mí siete agentes a la vez creyendo que había robado la joya más cara de Tiffany´s en vez de un par de calcetines...
Ahora, cada vez que los veo me recuerdan lo que hice. Día y noche me acuesto y me levanto pensando en pasar por la tienda y dejar un euro en el mostrador sin que nadie me vea. Un euro ya es más de lo que valían pero estaba dispuesta a pagar la diferencia como remuneración por los daños causados hasta que una amiga me dijo entre otras cosas que esas tiendas no se arruinan por un euro; que no pasaba nada... (Gracias Aída). Y descubrí que llevaba razón. La próxima vez, casiseguro cambiaré el billete, tenga el valor que tenga.

Después de esto no había vuelto a la tienda hasta hoy. Como la última vez, me he metido en el probador, me he probado tropecientasmilsetecientascincuentaydos cosas y he decidido COMPRAR (coma) COMPRAR, como buen ciudadano que vela todo lo que puede por respetar la ley y la economía (Hacienda somos todos), dos de ellas. Pero hoy había una diferencia respecto a aquel día; hoy, "estaba limpia"...
Aún así, cuando me dirigía curiosamente a la sección de ropa interior (donde se incluyen los calcetines (recordaba viejos tiempos)), me ha llamado la atención el guardia de seguridad... Me hablaba de una alrma en mi probador mientras me hacía acompañarle hasta él.
. ¿Es eso suyo? (Señalando una alrma destrozada que había en el suelo)
. (Muy segura) Pues no... En todo caso será de alguna prenda de ropa...
. Ya. Pero, ¿de cuál?
. Pues no lo sé. (Le enseño y miro con curiosidad tanto las prendas que me iba a llevar (pagando, por supuesto), como las que iba a dejar en su sitio).
. Todas tienen alarma... (Me dice)
. Ya lo veo... (Eso sólo podía significar una cosa: había alguna prenda que no la llevaba. ¿Dónde estaría esa prenda?)
. Y, ¿dónde está esa prenda?
. No sé. Tal vez debería preguntárselo al que se la llevó... Aunque, si lo que insinúa es que me la he llevado yo, puede registrarme cuando quiera. (Además de ser inocente, ¡iba a tocarme un hombre!).
. ¿Va a comprar algo?
. Sí, ¿por qué?
. Bueno, entonces haré una excepción.
. No, no. Usted haga lo que tenga que hacer... No necesito que me haga ningún favor, yo no he hecho nada...
. Es que, a una señorita... prefero no registrarla.
. ¡Insisto, joder! ¡Tóqueme!
(Noo... Es broma. Si por lo menos hubiese estado bueno... pero era muy mayor.)

. Insisto. Como si quiere avisar a alguna cajera para que lo haga ella. Yo no tengo ningún problema.
. Enséñeme el bolso; con eso bastará.
. ¿Ve? (Abriendo mi bolso).
. De acuerdo. No pasa nada. Es que, yo siempre reviso los probadores cuando la gente ha salido y aquí no había nada...

Pero, mientras decía eso, justo por debajo de una de las "paredes" de plástico del probador (hay una pequeña franja entre el suelo y el final de dicha "pared"), asomaba algo... Tira de ello y, ¿a que no sabéis que era? Una cajita de cartón donde suelen ir metidos los calcetines... Pero, por fortuna, eran de ejecutivo (de caballero). Así que lo saca y le digo:
. A veces se le puede escapar algo... (Yo sabía de qué hablaba mejor que nadie... ¡Manda huevos! El otro día mango unos calcetines y nadie se pispa y hoy, que no hago nada ¡me acusan de ladrona! Pero serán...). Aún así, mire (le digo mientras me levanto los pantalones y le enseño mis calcetines. No eran los de Spiderman... Y tampoco los de ejecutivo).
. Bien, pues nada. Puede irse.

Y eso hice. Seguí mirando cosas en la tienda. Pero, el guardia, ya no me quitaba ojo... Me estaba incomodando así que me acerqué a él:

. Oiga, en serio... Si tiene dudas, mande a alguien que me registre pero deje de observarme como si fuese una ladrona... (Ja,ja,ja. Qué me parto. Eso es porque no me vio por un agujerito el día del hurto).
. No, no. Perdone. La verdad es que por su serenidad, no creo que haya robado nada. Además, una chica tan guapa no hace esas cosas...
(Ja,ja,ja. Qué me parto, Eso es porque no me vio por un agujerito el día del hurto).
. Pues no, la verdad... (Ja,ja,ja. Qué me... En fin, ya sabéis lo que sigue.).

Y ahí acaba todo... He de reconocer que me merecía el susto.