viernes, 17 de abril de 2009

Almas Gemelas

Esta entrada está dedicada a Natalia (tú ya sabes quién eres).

*Me gustaría añadir para no plagiar descaradamente a los guionistas de Hollywood que la frase escrita entre paréntesis es de la película "Nunca me han besado" y la he puesto porque pega en el contexto y me encanta.

Dicho esto y dicho: Natalia, si no has visto esa peli dímelo y te la dejo porque te encantará, comienzo con la entrada.

Hace un par de días fui a un restaurante de toda la vida del Señor que hay en un centro comercial a tomarme una coca-cola (para variar y salir de la rutina, por supuesto) y empecé a entablar conversación con la chica que atendía en la barra. Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que teníamos muchísimas cosas en común así que quedamos para vernos al día siguiente porque ella libraba.

A otro día estuvimos de compras, chismorreamos un poco sobre chicos, pusimos verde a alguna que otra súper modelo divina de la muerte a la que envidiamos de forma inconsciente y más tarde comimos en el restaurante en el que ella trabaja mientras nos contábamos nuestras vidas.

Después de esto seguramente os estéis preguntando por qué narices vamos a comer en su día libre al lugar donde pasa unas doce horas diarias, ¿no? (Y, si no, preguntáoslo).
Bien, antes de daros la explicación, lo más lógico es que deduzcáis que la va a haber e intentéis elucubrar cuál sería la más lógica (y, si no, hacedlo).
Una vez hayáis cumplido, lo más racional sería que hubiéseis llegado a la conclusión de que, como ella trabaja alli, la comida nos saldría gratis, ¿verdad?
Bueno pues no.
Siento haberos hecho perder el tiempo pensando y leyendo tonterías porque, en realidad, el único motivo por el que fuimos en su día libre al lugar donde pasa doce horas diarias era el de variar y salir de la rutina, por supuesto.
El caso es que me invitó y comimos de maravilla; a nuestro gusto (muy parecido, por cierto).

*¡Fuera la cebolla si no es triturada y en alguna salsa! Y... ¡Viva el solomillo y las gambas a la plancha!

Qué queréis que os diga... A mí me encanta el restaurante, ella es rarita para comer (como yo), ahí conocen sus gustos y además estábamos en el mismo centro comercial... Blanco y en botella, Cozagón.

Por la tarde se vino a mi casa e hicimos sesión de estética. El maquillaje y el secador fueron los invitados de honor.

Hoy he vuelto a visitarla. Hemos merendado (esta vez hambuerguesas del McDonalds, ¡nada de comida de restaurante!) y hemos hecho una lista con nuestros propósitos a corto, medio y largo plazo (yo creía que era la única que hacía esa clase de cosas y resulta que no estoy sola en el mundo). Con algunos hemos tenido problemas y no hemos sabido catalogarlos pero tenemos claro que las clases de bailes de salón y el carné de conducir nos apetecen muchísimo. Iremos juntas a la autoescuela dentro de poco y, cuando yo busque y encuentre un trabajo, ahorraremos para pagar las clases de interpretación en la escuela más cara de Madrid. La boda y los hijos llegarán pero primero debemos aprendernos correctamente el baile final de "Dirty Dancing" para que, cuando llegue nuestro "gran día", podamos sustituir el vals por la escena más maravillosa de nuestra película favorita... También cantaremos alguna canción a dúo y dejaremos de utilizar los bolígrafos a modo de micrófono mientras fingimos que hacemos playback con la música de fondo cuando no miran los clientes pero, hasta entonces, comenzaremos por no mordernos las uñas.

Aunque también anotamos cosas bastante más serias y personales, la realidad es que coincidimos en muchas cosas y nos hemos descubierto la una a la otra con gran emoción (nosotras nos emocionamos mucho con las cosas y, a veces, parecemos dos psicópatas) pero, con todo y con eso, yo sólo puedo esperar conocerla en profundidad porque creo que merece la pena.

En fin, un besito para ti, Natalia. Mañana por la mañana iré a verte y a ver qué más descubrimos...