jueves, 19 de febrero de 2009

Vaya par de dos

Hoy he recordado un par de anéctotas que sucedieron cuando estaba en el internado. No me sucedieron a mí directamente pero son reales y yo tuve el placer presenciarlas y la suerte de recordarlas años después para poder reirme...
El internado era un colegio normal, con horarios normales y gente (en general) normal. La única diferencia es que, después de las clases, había personas que se iban a sus respectivas casas y otras (como yo en este caso), que se quedaban en el colegio para tener un horario de estudio más allá de las horas establecidas.
Una tarde, en una de las aulas, a un compañero le surgió una duda y se acercó al profesor de turno para preguntársela. El profesor, se ve que no podía ayudarle sin tener más información y le pidió a otro de mis compañeros que, por favor, fuese al aula de segundo de bachillerato y pidiera un libro de Luis Cernuda...
Tras un buen rato, este chico aparece y lo hace con las manos vacías. Entonces, el profesor le pregunta por el libro y el chaval añade (textualmente):
- Profe, ese Luis Cernuda debe de ser externo porque he reguntado por él para pedirle el libro y no hay nadie que se llame así...
Esto es verídico, eh... Juro que fue así. Y claro, imaginad las carcajadas de todo el mundo cuando el chico dijo semejante estupidez...
La otra cosa que recuerdo es la que nos contó uno de los monitores del internado. Le había sucedido con Perfecto, un chico del que he hablado entradas atrás y sobre el que he dicho, también literalmente, que tiene un nombre muy, pero que muy irónico y ahora entenderéis porqué...
Resulta que el chaval se quejó a este monitor de que en su habitación hacía frío. Le comentó que por la ventana pasaba más aire del que debía y que se iba a resfriar. Ante esto, el profesor le respondió que en su habitación también hacía frío y que no podían hacer nada y, a Perfecto, la explicación más lógica que se le ocurrió para justificar que no es que él fuera un quejica, sino que sin duda en su habitación haría más frío que en la del monitor (y que por eso tal vez él no tendría tantos motivos para protestar), fue decir que, obviamente, él no lo pasaría tan mal porque su ventana tenía barrotes...
Así es, señores... Había gente así en el internado y, gracias a esas personas, a los residenes se nos hacía mucho más amena la estancia.