jueves, 28 de agosto de 2008

Coca-cólicos Anónimos

El primer paso es reconocer que tienes un problema...

Hola. Me llamo María y soy adicta a la Coca-cola.

Todos aplauden mientras dicen que me quieren y que están orgullosos de mí.

1:45h. de la madrugada.
Ni mi padre ni yo podemos dormir. Él ha repetido ya varias veces que ese sería su último granizado de limón (creo que él también tiene un problema de adicción. Desde que los probó en casa de mi tía, no para de hacer viajes a Mercadona para cargar con cajas y cajas...). A veces acumula varios vasitos vacíos; apilados unos encima de otros. Pero bueno, ya le ayudaré a reconocer que tiene un problema (al fin y al cabo, llevamos los mismos genes; soy sangre de su sangre, sabrá afrontar la situación como he hecho yo).

Sin darle mayor importancia, hago en voz alta un comentario inofensivo en un ambiente distendido: tengo sed de Coca-cola. Se habían acabado las latas hacía ya tres días. Durante todo ese tiempo; ese largo, desesperante y, aparentemente interminable periodo de tiempo, he estado sin beber...
Mi padre, de broma, ha sugerido acercarse a algún sitio a comprar...

Con la Coca-Cola no se juega.

2:35h. de la madrugada.
Voy en pijama y zapatillas, llevo una pinza de maruja en el flequillo (es alargada, metálica y carente de estilo) y, obviamente (no tan obvio para los que me conocen en profundidad) voy sin maquillar y, por supuesto, sin peinar. Mi padre y yo acabamos de regresar de un bar.
No me ha recogido del bar en mal estado; me fui al bar en mal estado...

Con la Coca-cola no se juega.

Antaño me habría mandado a la mierda pero, nos aburríamos. Supusimos que sería una "locura" perfecta que compartiríamos y recordaríamos siempre (¡qué va! Tenía un mono que me moría...).
La cuestión es que me fui en esas condiciones a por mi dosis de coca (cola). Acordamos que, aunque él fuese quien se bajase del coche, yo por lo menos le acompañaría (qué puedo decir, a veces hay que ceder un poco aunque no sea del todo justo...).
Al final compramos dos latas pero antes, tuvimos que solucionar un pequeño... incidente.

...Eran las 2:00h. de la madrugada... No había nadie por las calles. A la velocidad establecida, decidimos saltarnos algunos semáforos en rojo pero... sí había alguien en la calle...
De la nada (y tras saltarnos uno de esos semáforos), apareció detrás de nosotros un coche de policía. Nos paró. Cuando nos pidió explicaciones decidimos que no queríamos faltar a la verdad y confesamos...

Mire señor agente, me he saltado el semáforo porque, a las dos de la mañana, a mi hija le han entrado ganas de beber coca-cola y, como en casa no nos queda y ya hace tres días que no la prueba, hemos decidido acercarnos al primer bar que encontremos para pedir unas latas...