domingo, 18 de enero de 2009

Cadena de Favores

Ayer fui al cine a ver "7 Almas" y, aunque la película no es gran cosa, su argumento me ha gustado mucho. Creo que podrían haberle sacado mucho más partido a la historia pero bueno, eso es otro tema...
Lo que quería publicar hoy es que "7 Almas" me ha hecho recordar la peli "Cadena de favores"... No sé si la habéis visto pero, al pensar en ella, he decidido poner en práctica la idea y hacerla realidad. Seguramente habrá gente por el mundo que ya lo haya intentado pero, como hasta aquí desde luego no ha llegado, voy a intentarlo yo.
Haré un favor a tres personas distintas y les pediré que continúen la cadena. Ellos deberán hacer otros tres favores a otras tres personas y sugerirles lo mismo. A ver cuánto dura y si nos enteramos... Según vaya hacendo los favores, entraré aquí y los contaré para que estéis al corriente.
Veremos si las personas agradecen dichos favores y son capaces de hacer lo que se les pide a cambio (continuar la cadena).
Hay gente que no está de acuerdo con esta idea porque cree que es poner en un compromiso a las personas; que es obligarlas a hacer algo que quizás no quieran hacer pero yo voy a llevarlo a cabo porque tengo dos motivos que desmantelan esa explicación. El primero de todos es el más obvio y es que, la idea de la cadena, es precisamente la de averiguar si para la mayoría de las personas eso supone un compromiso, por lo que la cadena se rompería y el experimento finalizaría. Y el segundo es porque si nos pasamos la puñetera vida haciendo cosas que no nos apetece hacer, no considero que hacerle un favor a una persona que pueda necesitarlo de verdad vaya a costarnos mucho más que levantarnos cuando aún no ha amanecido para ir a trabajar o quedarnos estudiando mientras otros salen a divertirse...
Ante esto, muchos pensarán que precisamente porque ya hacen muchas cosas por compromiso están exentos de proseguir con semejante idea pero, ¿quién no ha ido a una comida familiar cuando no tenía ganas sólo por cumplir con la plasta de la suegra?, ¿quién no ha invitado a una fiesta a algún imbécil al que no le apetecía ver sólo por compromiso? o... ¿quién no ha invitado a su boda a gente que ni siquiera conoce sólo porque era un compromiso para sus padres? (Además de los que no están casados, claro...). La respuesta es: nadie. Todos hacemos cosas por compromiso así que, el que no lleve a cabo esta idea con ilusión (porque no crea en ella), que lo haga aunque sea por obligación para que la cadena continúe y las personas a las que ayudemos sean felices por un rato... Y si no, que saque los cojones con quien tiene que sacarlos y le diga a su suegra firmemente que no irá ni un puñetero domingo más... Pero que continúe con el proyecto. Aunque sólo sea para hacer por otro lo que alguien hizo por él una vez.
Os invito a hacerme sugerencias; a pedirme algún favor. Yo los leeré y, si considero que alguno es lo suficientemente importante como para incluirlo entre mis opciones, lo llevaré a su fin; os haré el favor que me hayais pedido.

P.D.1.: no vale pedir que deje de escribir cosas como ésta. Bueno, sí que vale, pero no desperdiciéis vuestra oportunidad pidiéndome algo que seguro no haré. (Soy solidaria, pero no tanto...).

P.D.2.: Mi vida y expectativas obviamente no giran en torno a esto; sólo es un experimento sociológico. Pero es cierto que me hace ilusión que la gente sea partícipe del juego y se una para llevarlo a cabo con una buena excusa como es la de hacer favores a desconocidos. Lo considero un sueño o ideal inofensivo que, sin suponer además un esfuerzo, alentaría mucho si se hiciese realidad. Yo cumpliré con mi palabra o propósito y los demás que hagan lo que les dicte la conciencia. Si no funciona hay muchas probabilidades de que la decepción me visite porque soy una romántica pero no hay mal que por bien no venga y estoy segura de que también me sentiré un poquito más especial al compararme con los demás y ver que no hay tantas personas como yo en el mundo (siendo eso algo bueno o malo).
Yo, personalmente, me paso la vida intentando cambiar las cosas que no me gustan de mí y, si no cambiarlas del todo (porque si no seríamos perfectos), por lo menos mejorarlas en la medida de lo posible para sentirme mejor conmigo misma y ser cada día un poquito más feliz… Unas me llevan más tiempo que otras, pero lo intento poco a poco y, si hay algo que por el momento estoy segura de no querer cambiar, es mi faceta utópica e incluso infantil porque, ser así y vivir algunos aspectos de la vida desde ese prisma, ya me hace una porción más feliz y, por tanto, me quita trabajo…
Sólo espero que la gran mayoría apoye la iniciativa porque, aunque no deja de ser un juego de roll, al final consiste en hacer favores… Podría tratarse de dar collejas a los demás pero podemos aprovechar la idea para ayudar a quienes puedan necesitarlo.
En fin, recemos para que al menos yo, de con personas que sean participativas para que la cadena, por corta que sea, pueda llegar a denominarse “cadena”...

jueves, 8 de enero de 2009

Eternamente joven

El otro día, recogiendo los papeles de regalo que solemos arrugar después de desenvolver la mercancía, me di cuenta de algo que no me gustó nada y por ello intenté darle una explicación lógica que me dejara tranquila pero hoy, después de hablar con una amiga, lo confirmo y empiezo a asumir la cruda realidad; estoy envejeciendo. Sí, ya sé que cada segundo que pasa todos envejecemos pero me refiero al hecho de notar que te haces mayor y no puedes evitarlo...
Veréis, según iban abriendo regalos y dejando el papel que los cubría sobre la mesa, yo los iba cogiendo y los iba metiendo dentro de una bolsa, aplastándolos, para tirarlos después y que no se acumulara la basura.
¡Por Dios! ¿¿Desde cuándo hago yo esas cosas?? Eso lo ha hecho toda la vida mi maire. Ella es quien recogía los papeles, nos perseguía durante una semana para que nos subiésemos los regalos a los que no les habíamos hecho mucho caso y la que nos regañaba por dejar el celo y las tijeras fuera de su sitio después de usarlos... ¡Pero no yo! Yo era la que dejaba el papel que cubría los regalos sobre la mesa para que otro (nunca me había parado a observar quién) los recogiera, yo era la que dejaba algunos regalos encima de la mesa mientras disfrutaba otros, yo era la que se dejaba el celo y las tijeras por ahí después de envolver los regalos... Pero ahora, después de lo de los papeles, me he subido mis regalos (sin que nadie me lo diga) a mi habitación para colocarlos y le he dicho a mi hermano que pusiera el celo en su sitio porque cuando luego va otro a echarle mano, no lo encuentra...
¿En qué me estoy convirtiendo? Estoy perdiendo mucho como joven y como persona, eh...
Y, para colmo, cuando ya me había quedao yo tranquila pensando que eso lo había hecho por... bueno, que lo había hecho porque sí (yo me convenzo muy fácilmente a mí misma de las cosas), me llama una amiga y me dice que hoy tenía que recoger ella el árbol porque si no, lo hace su padre y no le gusta cómo lo guarda y lo coloca... ¿¿Perdona?? ¿Y a ti qué más te da cómo lo coloque? Lo importante es que le caiga el muerto a otro y te libres de ser tú la que pringue... Pues no. Prefería recogerlo ella y hacerlo bien, que dejar que su padre lo hiciera a su manera (cuando antaño hubiese puesto cualquier excusa para lavarse las manos y que lo hiciera su hermano, por ejemplo...).
Así que le he comentado mi preocupación y no sólo me ha dado la razón sino que además me ha dicho que ahora, cada vez que limpia en su casa y a alguien se le cae una gotita de algo al suelo, va corriendo a recogerlo y después añade un: "¡ten cuidao, hombre! ¡¿No ves que es parqué y se estropea fácilmente!? Además, acabo de limpiar... Así que tira pa' la cocina y bébete eso sentado, no sea que te chorree algo más...".
En fin, no sé si todo eso es fruto del instinto ese maternal o qué pero recemos para que tarde mucho en llegar el día en que nos comamos el filete de ternera que peor pinta y más nervio tiene...