domingo, 15 de junio de 2008

El concierto de Jon y el desconcierto de María

Por fin puedo volver a escribir en el blog...
Al final me fui al concierto. Fue una odisea porque no sabía que iría hasta el mismo día 1 de junio (complicaciones de última hora que no quiero ni mencionar porque se me va la leche...). Saqué el billete y me fui. Llegué a Barcelona, me recogieron mis tíos, comí, dormí la siesta (tenía que recuperar fuerzas para darlo todo y que se me oyera gritar) y me fui a ver el espectáculo. En teoría debía regresar a Madrid el día 3 (o al menos eso era lo que ponía en mi billete) pero al final, gracias a mi perseverancia (algunos lo tacharían de cabezonería) y a mi gran maleta, cambié el billete y me quedé. Digo lo de la maleta porque cualquier persona normal se hubiera llevado lo que se conoce como una maletita, y en esas circunstancias, no me podría haber quedado tanto (más que nada por el aseo personal) pero yo, hice una maleta que podía sacarme las castañas del fuego durante un mes. Y por lo visto no hice mal... Yo no sabía que me quedaría más tiempo así que no fue por previsión, fue por el movimiento más famoso de la historia conocido popularmenete como el "por si". Por si no me gusta cómo me queda, por si al final vamos a un sitio chuli, por si debido al cambio climático hace frío con este tiempo loco, loco, por si debido al cambio climático hace mucho calor con este tiempo loco, loco, por si de pronto surgiera una huelga de transportes y de mí dependiera que el precio del gasoil se redujese... No podía arreglar el mundo vestida de cualquier manera. Por si Jon Bon Jovi desde el escenario cojiese unos prismáticos, (que los necesitaría para verme desde donde estaba) me viera en la grada, dijese a su manager que me bajara hasta el escenario y me invitase a cenar al día siguiente... En fin, podrían haber surgido muchas cosas y muy factibles todas así que, junto con mi armario, me llevé mi súper espejo (es que tiene dos caras: una de aumento y otra normal) y mi lámpara (plegable, pero enorme) de colores. Lo juro. Sé que pensareis que estoy loca pero es verdad. A mí me encanta maquillarme y me he acostumbrado a hacerlo en una mesa, com mi espejo y mi lámpara (que tiene la luz perfecta) y si no voy con ellos a todas partes, no soy nadie; aunque sólo vaya a estar fuera tres días... Quien me conoce puede dar fe de ello. Ambas cosas pesan un poquito pero no importaba. Yo iba tranquila. Sabiendo que, pasara lo que pasara, iba preparada. Aunque he de reconocer que, por un momento, esa tranquilidad de saber que vas completa y agusto contigo misma porque lo llevas todo bien atado se esfumó... Fue cuando, en la estación de tren, metí la maleta en la cinta esa que utilizan para ver lo que llevas. De repente y mientras me despedía de mis padres, los guardias empezaron a hablarme todos a la vez acompañando sus voces con muchos, muchísimos gestos. Entonces agudicé mi oído y lo que querían era que dejara también mi bolso que tan agarradito llevaba colgando de mi hombro. Uf! Pensé. Por un momento creí que me tocaría explicar que eso alargado no era una recortada sino mi lámpara...
El caso es que todo salió bien.
Después de todos los problemas que hubo pensé que no estaba destinada a ir a ese concierto pero al final resulta que sí estaba destinada porque fui pese a todos los problemas que hubo.
Lo bueno es que aproveché todo lo que llevaba en la maleta aunque Jon no se llevara sus prismáticos ( fue por eso por lo que al final no cenamos juntos...).
Para variar, lloré con más de una canción (de felicidad y emoción, claro...).
Regresé el día 12 y, además de darme tiempo a conocer un poco más a mis tíos y a sus costumbres (probé los nísperos por primera vez y me he traído una bolsa), visité Barcelona. Me encantó. Cuando consiga pasar las fotos del móvil al ordenador (son muchas y aún no he aprendido a utilizar el cablecito que trae), os las enseño.
¿Qué quereís? Me iba para tres días... No me iba a ir cargada con la cámara de fotos y la de vídeo "por si" me daba tiempo a visitar algo...