martes, 9 de junio de 2009

Pocholo a mi lao sólo es un principiante... He dicho.

Este fin de semana he ido a las fiestas de Getafe (como el fin de semana anterior) así que, además de decir lo cansada que estoy (es lo que tiene el sueño atrasao), voy a resumir cronológicamente en tres cosas lo que sucedió esta última vez.

Nota: a ver, quien dice resumir, dice esquematizar los sucesos... No voy a engañar a los lectores como los de Telecinco hacen con la audiencia. Que te anuncian durante una semana que Risto Mejode irá a "Sálvame", tú te lo crees, haces un esfuerzo sobrenatural y luchas con todas tus fuerzas por no dormir la siesta el día en cuestión después de una comida copiosa mientras el sueño y el hábito diario que has adquirido a lo largo de tu vida resuenan en tu cabeza y te dicen de forma muy sugerente "Mery, has de reposar" y luego resulta que Risto no es Risto sino un muñeco con su apariencia...
Es indignante y no pienso hacer lo mismo. Por ello me retracto de la palabra mal empleada con anterioridad y además reconozco que me resulta imposible escribir (lo que no quiere decir que lo sea; simplemente cuestiono mi capacidad para contar brevemente las cosas) sobre cómo fue mi viaje en autobús sin explicar previamente su recorrido pues, si no lo hago, no podéis entender lo que sucedió... Y, como con el autobús, con todo lo demás. No puedo resumir la historia más; carecería de sentido...

Bien, el autobús al que subo para ir a la calle principal de Getafe pasa primero por El Sector III y después se va hacia Madrid así que, básicamente:

1. Cuando iba en el autobús, me di cuenta de que no estaba haciendo el recorrido habitual y me convencí de que sería por las obras. En principio así era pero, cuando un señor subió y el conductor le preguntó "¿a Madrid, verdad?", observé que algo no iba bien. Únicamente podían pasar dos cosas: o que sólo quedaran un par de paradas en Getafe y después se incorporaría a la carretera que va hacia Madrid (el señor no iba a coger un bus para Getafe quedando sólo dos paradas) o que sólo quedara UNA parada en Getafe y después se incorporaría a la carretera que va hacia Madrid (el señor no va a coger un bus para una sola parada).

Entonces fue cuando descubrí que estaba jodida. Yo pensaba que, aunque no hiciera el recorrido habitual debido a las obras, la segunda mitad del trayecto sería la de siempre porque así es como es siempre que hay obras... (Las obras siempre son en el mismo sitio, ¿vale?) Así que, al oir eso y llegar a todas esas conclusiones sobre las paradas en décimas de segundo (yo es que soy una bala atando cabos), me levanté corriendo hacia el conductor y le pregunté:
_ ¿Es que ya no pasa usted por la calle Madrid? (La calle principal de Getafe).
_ No. (Me respondió). Hemos cambiado el recorrido por las fiestas...
_ ¿Por las fiestas? ¿Y qué hay de las obras? ¿¡Es que ya nadie cambia los recorridos por las obras!? ¡Maldita sea! ¿¡Y qué hago ahora!? (Mis sombras de ojos azul turquesa ya no dulcificaban tanto mis facciones).
_ Pues bájate aquí y vas por esa calle todo recto hasta llegar a la estación de Getafe Central...

Vale. Por fin una frase que me resultaba familiar: estación Getafe Central. Me explico. Yo no salgo casi nunca de fiesta (excepto estos dos últimos fines de semana) así que no conozco mi ciudad porque, cuando me muevo por ella, voy en transporte público y cojo el que más cerca me deje del lugar al que quiero ir así que no estoy acostumbrada a patearme las calles... (Sólo conozco a la perfección los lugares más significativos y esa estación lo es). Por eso esa frase era tan importante. Porque tú me sueltas ahí, donde se encontraba el autobús, a la una de la madrugada y sin decirme esas tres palabras y me muero de un infarto porque no sé dónde estoy. Pero, sabiendo eso, me limité a seguir el gran palo rojo con el símbolo de Renfe hasta que llegué y esperé a que llegaran mis amigas (os recuerdo que yo había quedado en otro sitio). Superado esto:

2. A mitad de la noche, en plena calle y mientras disfrutábamos de un buen ambiente, vemos que una manada de seres humanos se dirige corriendo despavorida hacia nuestro grupo. ¿Qué pasa? (Nos preguntamos). Acto seguido, vemos que también se dirigen hacia nosotros un grupo de cinco tíos pegándole una paliza a otro... Entonces lo entendimos y decidimos correr como una manada de seres humanos en peligro de extinción para evitarles pero la curiosidad mató al gato. Era demasiado tarde. Los jóvenes agresivillos me llevaron por delante golpeándome LIGERAMENTE en un brazo. Ante esa situación, me agarré a una señal de tráfico (aunque no sin antes insultarles con mi cruel retórica... Pues todos sabemos que eso, doler a lo mejor no duele, pero desmoraliza que te cagas) y esperé rezando agazapada (mientras me cubría la cabeza y rodeaba con mis brazos el ceda el paso) a que pasaran de largo. Afortunadamente, los chavales tenían muy claro a quién pegaban y se limitaron a cebarse con él (siempre hay daños colaterales y algún codazo te llevas pero, evidentemente, no tenían ninguna intención de convertirme en su objetivo). La que no tuvo tanta suerte fue una de mis amigas... Cuando logré desposeerme del espíritu del oso y el madroño, la echamos en falta. La buscamos y, cuando la encontramos (después de que el susto pasara), nos contó que se la habían llevado por delante hasta acorralarla contra una verja a medio metro de los agresores y del agredido. Tampoco le pasó nada aunque, por lo que dice, estaba convencida de que alguna patada se llevaba... La policía llegó, todos nos tranquilizamos y pudimos seguir la fiesta con normalidad. Y para terminar y no dejaros con mal sabor de boca:

3. A las 7, cuando ya esperaba al autobús para regresar a casa (esta vez sabía que pasaba por ahí porque había visto cómo se iba uno sin mí), me llama una amiga para decirme que le haga una perdida cuando llegue a casa para saber que estoy bien y, mientras charlamos, veo que un chico, en la acera de enfrente, se separa de su grupo de amigos, se para a mi altura y me mira. Acto seguido, se lleva la mano a la oreja (como si estuviese sujetano un teléfono mvl) y, al ver que se rascaba la nariz justo después de hacerlo yo y que se pasaba la mano por el pelo justo después de haberlo hecho yo, me huelo que es posible; que hay alguna probabilidad (por remota que parezca) de que esté imitando mis gestos... Así que me río y se lo comento a mi amiga. En vista del panorama, decido gesticular mucho muy deprisa y veo que él intenta seguirme el ritmo. Lo consigue y lo hace muy bien y, cuando se cansa, me grita desde ese lado de la calle:
_ ¡Dame tu teléfono!
Y le digo:
_ ¡No, lo siento! ¡Lo estoy utilizando!
Él se ríe y, antes de poder decir nada más, un autobús pasa por delante de él (no es que le atropelle; él estaba detrás de la valla... Es que había tráfico y la circulación interrumpió el momento). Cuando ha pasado, se hace un silencio y, sus amigos, le dicen desde la marquesina:
_ ¡Tío! ¡Vamos!
Él se despidió haciendo un gesto con la mano (como no podía ser de otro modo), yo le respondí de la misma forma y después se subió al autobús para irse (evidentemente, en dirección contraria a la mía).

FIN.

(Mentira) Nota: vaaale... Puede que lo de que Pocholo a mi lao es un principiante sea algo exagerado.